
jueves, octubre 28, 2010
69 Revoluciones: fin de fiesta

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69 Revoluciones
jueves, octubre 21, 2010
¡¡Oh, dios, líbranos de ella!!

Nos ha rebrotado esta úlcera debido a lo que vimos y escuchamos ayer nada más levantarnos de la cama. Como contertulia de un programa mañanero, la señora hacía balance de los nuevos nombramientos ministeriales del Gobierno de la Nación -fíjense en mi respetuosa utilización de las mayúsculas- hasta que llegó al de una tal Pajín que, dicho sea de paso, no es ni de lejos santa de nuestra no muy devota devoción. Total, que la susodicha doña se quedó a gustito. No contenta con llamarla niñata se destapó con las siguientes palabras: "su principal mérito es ser una gran abortista". Oh, yeah. Dicho argumento le valió para guiar su furibunda mirada hacía el resto de mujeres sin prole que ocupan cartera de ministra. Ahí está la clave de todo el caos en el que se ve sumido el país. Las mujeres de La Moncloa no tienen hijos. Y ya se sabe con esas... Todo rematado con una sonrisa relamida de la que se cree calculadora en el envite. Demasiado elegante estuvo el brasas Revilla, el superpresi cántabro que comparte debate con semejante lengua de fuego hecha moderna mujer cristiana del siglo XXI, al no poder corresponder más que con un simple: "pues sí que es fuerte lo que ha dicho", mirando ojiplático a la ojiplática presentadora que no tuvo más remedio que refugiar a su invitada al amparo de la libertad de expresión.
En fin, hay también que tener en cuenta que la pobre lleva tiempo enfurruñada al haber sido desplazada de su espacio de tarde en las Ondas Populares a los fines de semana, episodio de pataleta y lloros en las faldas de Rouco incluido. Acudió a él nada menos. Claro, su jefe, aunque rascó poco, a tenor de los resultados. Menuda está la Cope últimamente.
El caso relatado nos recuerda aquel memorable número 35 del Mondo Brutto, el Especial Reaccionario. En él Galactus y Grace trazaban un perfil de la macha cabría -del que supongo estará muy orgullosa doña Encarna, allí donde esté- en el que se aludía a datos tan ciertísimos como el de ser "madre de familia numerosa, ultra católica, ultra conservadora, de genio vivo y opiniones recias y fuertes", "la enorme locutora fundamentalista a mechas, se vende como la campeona de lo políticamente incorrecto", o "seguidora fanática de Comunión y Liberación". Semejante energúmena llegó en sus buenos tiempos a tener como invitado estrella a don Aquilino Polaino -no es un personaje de Escobar, advertimos-, un muy sabio profesor universitario encomendado a la buena causa de enderezar la conducta homosexual. Efectivamente, ¡como aquellos de los que hablamos en nuestro post dedicado a Brüno! Haberlos, haylos, incluso entre nosotros. Por todo ello, alzamos nuestra mirada y nuestra voz a las alturas: ¡¡oh, dios, líbranos de ella!!
Nos da tanto repelús que preferimos no reproducir gráficamente su tornasolada figura. Nos dacantamos, por tanto, por una imagen algo más alegórica y no tan impresionable.
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martes, octubre 19, 2010
¿Dónde está la jodida tienda de discos?


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Thuston Moore
lunes, octubre 11, 2010
Yo vi a Solomon Burke

Como ilustraban sus propias palabras al recordar, en una entrevista con El País con motivo de aquel concierto, la elaboración de un elepé para Chess Records, Music to make love by: "Queríamos un disco para acompañar momentos íntimos. Así que llevamos parejas al estudio para que hicieran el amor y ajustamos el tiempo de los temas a sus ritmos sexuales: que nadie dijera que mi elepé no servía para lo que anunciaba. El sexo es una parte maravillosa de la vida y deseo que todos, sean o no miembros de mi Iglesia, sepan disfrutarlo. Ya sé que la Iglesia católica no piensa como yo, pero debería replanteárselo".
Aquí podréis encontrar una playlist del predicador del soul elaborada por Fernando Navarro.
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viernes, octubre 08, 2010
La arquitectura habitada

Aunque seguiremos a buen seguro divagando acerca de esta materia, que lanzamos al ciberespacio para que se descomponga, aprovechamos que acaba de concederse el premio Julius Shulman a uno de los fotógrafos más de moda en esta disciplina, Iwan Baan, para ilustrar este post con una de sus limpias imágenes. Por último, nos despedimos en este punto porque tenemos una cita con el calvo Foster, sir Norman Foster. Veremos si el documental How much does your building weigh, Mr. Foster? arroja algo de luz sobre el tema. Por ahora pueden pasar el rato con este artículo de Vicente Verdú, que nos viene al pelo. Con perdón de Foster, claro.
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Ricardo Santonja
martes, octubre 05, 2010
América redneck y el ataque de los dildos
Un tipo con pinta de mamarracho se abalanza sobre otro, más curtido y viril de pura cepa, pollón en mano. No es el suyo, sino un inmenso consolador negro de plástico. En realidad amenaza con dos grandes falos, uno en cada mano. No es una situación muy normal, desde luego, sino una maniobra en la que el "atacante" intenta reproducir una peligrosa, intimidante y "del todo habitual" tesitura en la que un feroz homosexual trata de violar a un indefenso y muy hetero ciudadano de bien.
Una de nuestras aficiones y temas recurrentes como analistas rigurosos de la sociedad global es simple y llanamente Estados Unidos de América. Aquí hemos versado las glorias de Steinbeck, las miserias del puritanismo más reciente, las bondades de su música y artes genuinas, las contradicciones en definitiva de un experimento social hecho país-continente, un inmenso microcosmos -¿o un reducido macrocosmos?- en el que parece estar todo contenido. A veces parece, sí, que USA=Planeta Tierra. Darse un garbeo por aquellas tierras corrobora esta perturbadora idea. Logras así entender un poco el comportamiento de esa especie que lleva inoculado en su código genético el chip del americacentrismo.
Todo este rollo para una vez más alucinar con alguna de sus más divertidas puestas en escena. Hablamos de Brüno, la película que afianzó la fama del humorista Sacha Baron Cohen y que reproduce secuencias tan absurdas y descacharrantes como la que nos ha servido de introducción. Como un sucedáneo del falso documental, subproducto del género que tiende a difuminar las líneas de la manipulación y que no siempre alumbra experimentos saludables, el film tiene claras intenciones bufonescas, de mera provocación y parodia de la sociedad bienpensante o al menos de algunos sectores como el de la moda, pero en su proceso de dejar en cueros parte de la más pacata sociedad yanqui descojona y acojona comprobar cómo unos padres no tuercen el bigote ante el hecho de que sus hijitos tomen partido en un anuncio publicitario ataviados con indumentaria nazi, o que haya asociaciones dispuestas a enderezar la conducta gay -dirigidas por cierto por señores muy formales y ya canos que no pueden ocultar sus ojos rijosos ni su reprimido sentimiento homo-, o que el estereotipo del redneck con gorra y rifle se ajuste pelo a pelo a la cruda realidad, o que todavía tenga peso y espacio en las comunidades algo tan pintoresco como el concepto de la supremacía blanca. O que haya gente que no dude en dar clases de autodefensa personal a un tipo que pide poder identificar a los gays por la calle, un tipo como Brüno que se lleva a clase un par de dildos porque por supuesto los gays atacan a la gente formal por la espalda para después violarlas con grandes pollas de plástico.
Una de nuestras aficiones y temas recurrentes como analistas rigurosos de la sociedad global es simple y llanamente Estados Unidos de América. Aquí hemos versado las glorias de Steinbeck, las miserias del puritanismo más reciente, las bondades de su música y artes genuinas, las contradicciones en definitiva de un experimento social hecho país-continente, un inmenso microcosmos -¿o un reducido macrocosmos?- en el que parece estar todo contenido. A veces parece, sí, que USA=Planeta Tierra. Darse un garbeo por aquellas tierras corrobora esta perturbadora idea. Logras así entender un poco el comportamiento de esa especie que lleva inoculado en su código genético el chip del americacentrismo.
Todo este rollo para una vez más alucinar con alguna de sus más divertidas puestas en escena. Hablamos de Brüno, la película que afianzó la fama del humorista Sacha Baron Cohen y que reproduce secuencias tan absurdas y descacharrantes como la que nos ha servido de introducción. Como un sucedáneo del falso documental, subproducto del género que tiende a difuminar las líneas de la manipulación y que no siempre alumbra experimentos saludables, el film tiene claras intenciones bufonescas, de mera provocación y parodia de la sociedad bienpensante o al menos de algunos sectores como el de la moda, pero en su proceso de dejar en cueros parte de la más pacata sociedad yanqui descojona y acojona comprobar cómo unos padres no tuercen el bigote ante el hecho de que sus hijitos tomen partido en un anuncio publicitario ataviados con indumentaria nazi, o que haya asociaciones dispuestas a enderezar la conducta gay -dirigidas por cierto por señores muy formales y ya canos que no pueden ocultar sus ojos rijosos ni su reprimido sentimiento homo-, o que el estereotipo del redneck con gorra y rifle se ajuste pelo a pelo a la cruda realidad, o que todavía tenga peso y espacio en las comunidades algo tan pintoresco como el concepto de la supremacía blanca. O que haya gente que no dude en dar clases de autodefensa personal a un tipo que pide poder identificar a los gays por la calle, un tipo como Brüno que se lleva a clase un par de dildos porque por supuesto los gays atacan a la gente formal por la espalda para después violarlas con grandes pollas de plástico.
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