
La cosa no había acabado. Habrá que rastrear más por si la tendencia se manifiesta de nuevo pero ayer me acerqué otra vez hasta un cine para ver una obra ambientada en la década de moda. Se trata de
An Education, una buena película cuyo principal aliciente es la firma de su guión, a cargo de
Nick Hornby, amén de los magníficos trabajos de
Carey Mulligan y de
Alfred Molina. La Inglaterra en tonos grises antes de la explosión del
Swinging London es el contexto en el que se desenvuelve una atractiva y perturbadora historia de seducción que funciona como lejano recuerdo de la adolescencia de la escritora Lynn Barber. La adaptación de esta memoria a cargo del autor de
Alta fidelidad o
Fiebre en las gradas da sus frutos y la narración cinematográfica y su puesta en escena por parte de la directora
Lone Scherfig, a pesar de algunas críticas, también da el pego ofreciendo las dos caras materiales de aquella moneda: la de los suburbios y la de las fiestas sofisticadas, la de la educación victoriana y la de los conciertos de jazz, la del encorsetamiento y la del gamberrismo. Un barrio vulgar de Twickenham frente a París como símbolo de la libertad y la rebeldía. Trajes
tweed, moños perfectos, carreras de galgos, deportivos, música de cámara, antigüedades, arte prerrafaelista y, claro, una reflexión sobre la vida y la verdadera educación. Definitivamente, se la recomiendo a mi madre. Ah, París, París…
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