Bueno, pocas pruebas de fuego con más calado tenía
Obama para distanciarse de la era
Bush anterior. El enemigo público número 1, el hombre que hizo tambalear los cimientos de América, el símbolo del terror islámico
Osama Bin Laden fue localizado y, en el trascurso de una operación hasta el momento poco transparente, fue abatido. Muerto. "Hoy es un buen día para Estados Unidos", así se dirigió a la nación. Para la popularidad del primer presidente negro de la historia de su país y premio Nobel de la Paz en 2009 sí lo fue. Para la tranquilidad de muchos también. Para algunos de los que creyeron en él por razones muy determinadas, suponemos que no tanto. ¿Qué habría hecho
George W. Bush en su lugar? Lo sospechamos. ¿Qué habría hecho el presidente
Barlet, el líder del mundo libre en la ficción de
El Ala Oeste de la Casa Blanca? Tener espantosos dilemas de conciencia. Pero ojo, posiblemente hubiera dado el
okey. ¿Habrá tenido Obama la misma comedura de tarro? ¿Habrá pasado más de una madrugada en vela comiendo tarta de la nevera de su residencia privada? De hecho, algún caso similar salpicó a la administración de
Martin Sheen. En cualquier lugar, una vez más la realidad y la fantasía (aunque ficción y fantasía sean normalmente extremos antagónicos) se han visto entremezcladas. Lástima no haber asistido a otro desenlace, aunque fuera un
Happy End menos machote.
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La comentadísima escena de la Situation Room |
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