lunes, septiembre 12, 2011

Recuerdos y algo más...

En un día como hoy todo el mundo se suma al ejercicio de una moviola entre solemne y morbosa. Lo que pasó hace una década, los acontecimientos que dieron inicio al nuevo milenio, probablemente los más telegénicos y más asombrosos de la historia, todavía parece estar vigente en la piel de un mundo que ha mutado en parte su propia sensibilidad. No en vano, la llaga en el skyline neoyorquino sigue presente y de plena actualidad. Las guerras y conflictos desatados desde entonces no han cesado y, lejos de encontrarse soluciones airosas, el quiste se ha vuelto pústula. Eso sí, Osama ha caído. Sin ser retransmitida a las televisiones de todo el planeta la operación que lo derribó -de la manera más cutre, todo hay que decirlo-, no como la que él llevó a cabo sincronizando telediarios españoles. Hay foto de Obama y Hillary frente a la pantalla, bien atentos al desenlace. Hay foto de la suite doméstica del terrorista, encharcada de su sangre. Pero no hay peli. Como la que -aquí viene mi recuerdo- sintonicé aquel día después de comer, un día normal, tranquilo y plácido de mi entonces vida de parado. Ana Blanco o Matias Prats, a partes iguales, fueron los presentadores de un largometraje al que asistí boquiabierto mientras daba la señal de alarma a mis padres de siesta y a mi novia... bueno, a ella le pegué un telefonazo y no recuerdo su paradero en este momento. Tuve "suerte" de estar desocupado y poder ser testigo en tiempo real de lo que tan lejos sucedía. Incluso me dio por grabar en VHS parte de las espectaculares secuencias, logrando crear un rec-zapping para la posteridad, al que curiosamente el destino decidió esquivar como aviso divino o suerte de justicia poética. La cinta se perdió para siempre. Nunca encontré las imágenes. Debí grabar encima por error y el 11-S casero se esfumó mucho más rápido que el humo negro del cráter que dejó el World Trade Center.

A otra cosa: uno de los hijos más aplicados de ese país en su penúltima generación es James Franco, un bicho rarito que en sus ratos libres se dedica a salir en películas. En horario de trabajo, entre tesis y doctorados, factura proyectos como este: Made in Polaroid. Junto con otros famosetes dedica recursos al mecenazgo de jóvenes fotógrafos.

Esta es una muestra de una de tantas habilidades made in Franco (con perdón del apellido). Sí, el de la foto es él.