jueves, diciembre 28, 2006

Blog necrológico: sin JB no bailo

Una pena. Da la sensación de que cada vez que un tipo famoso pasa a mejor vida aquí estamos para hacerle su obituario de fan. Y este no es lo que se dice un blog hiperactivo. Pero es que la ocasión de nuevo pide unas palabras. Se trata de la desaparición de James Brown, claro está. The Sex Machine cesó definitivamente su frenética existencia la noche de Navidad, dejando huérfano el cetro del soul y el funk. Un coloso de la interpretación, de una sudorosa puesta en escena, un macho cabrío que fue capaz de ser referente de unas cuantas generaciones y de no menos géneros, desde el rock & roll al hip-hop, un perfeccionista del show y del hedonismo, un yonky de las tablas y de otras muchas cosas. El Apollo y las gentes de Harlem están de luto, el Padrino negro ha muerto.

lunes, diciembre 18, 2006

Nueva York, siempre kilómetro cero

Tenía pendiente estas líneas desde que volviera de mi viaje otoñal a Nueva York. Siempre que vuelves de allí regresas con un impulso irrefrenable de contarlo, de poner por escrito las vivencias y emociones suscitadas, y casi te pones a ello en el mismo avión. Y esta vez te ves abocado a hacerlo porque has vuelto a encontrar lo que andabas buscando y es que, sin parafrasear el himno de U2, tengo que relativizar las agresivas palabras vertidas por Wayne County en la popular revista wuakanrolera Ruta 66. El marchoso y andrógino personaje se despachaba a gusto en la entrevista donde arremetía contra el recorte de libertades individuales impulsado por un gobierno, a su juicio, fascistoide cuya onda expansiva había entrado de lleno en la Gran Manzana. Sin cuestionar la validez de muchas de sus afirmaciones y sin haber buceado en las pantanosas aguas de la juerga underground neoyorquina para constatar su parálisis permanente, es de recibo continuar inflando la leyenda de la ciudad por excelencia. Y es que Nueva York sigue siendo Nueva York, a pesar de la ley anti-tabaco y del 11-S. Pasear por Central Park, desempolvar bibliotecas de arriba abajo, comprar discos después de irte de copas, andar sin rumbo fijo, pasar desapercibido, ver a los Knicks en el Madison –o el desastre que son hoy día-, disfrutar de Williamsburg, tararear Autumn in New York. Todo esto y mucho más es Nueva York, el kilómetro cero del mundo. Para siempre, espero.

viernes, diciembre 01, 2006

Showtime!! (enbiei basketball: American’s Game!!)

Pertenecer a una determinada generación suele acarrear muchos estigmas. Arrastrar unos recuerdos perennes sobre las mismas cosas y recordarlos una y otra vez con los mismos amigos es uno de ellos. Y ya si hablamos de la liga americana de baloncesto la cosa peta, señores. Haber nacido en el 77 y alrededores implica estar demasiado influido por la cultura de los ochenta, para bien y para mal, sobre todo para mal. La dichosa movida, la new wave, el heavy y la NWOBHM (la nueva ola del heavy metal británico), Maradona, Barrio Sésamo, La Bola de Cristal y el pesao del Trecet con su programa Cerca de las estrellas. Qué maravilla, en plenos exámenes finales del cole llegar a casa y pasar el trago con las verdaderas finales, las de la NBA. Y en qué momento, el bajón de los Celtics, el Showtime de los Lakers, la irrupción de los bad boys de Detroit y, por supuesto, el aterrizaje del señor Jordan. Y, ¿por qué carajo cuento todo esto? Pues porque al ver ahora algún partido de aquella época acabo comprobando que, con mi nefasta memoria, tengo memorizado en algún extraño recoveco de mi cerebro, cada uno de los quintetos iniciales de todos los jodidos equipos de la liga del año 1987. Acojonate, pero es la pura verdad. ¿Se acuerdan de Jack Sikma, de Roy Tarpley, Buck Williams o Chuck Person? Pues yo sí, y me alucina.