martes, enero 24, 2012

La clase, ¡qué clase!

Ay, la clase. Qué concepto más esquivo, más snob también, más difuso a veces, más invocado casi siempre y nulamente conseguido la mayoría del tiempo. Ejemplos: hoy me topo en el blog de Darío Manrique, Prueba de Sonido, con unas imágenes exquisitas de la estrella del momento, el orondo Kim Dotcom. De acuerdo, él nunca quiso tener clase. Ni falta que le ha hecho si ha tenido al alcance de sus lorzas zorronas exóticas, cadillacs rosas, armas de repetición, yates y jets privados. Este tío es la berza.


Claro, la clase ni se compra ni se vende. Eso suele decirse. Al mismo tiempo, abro un correo electrónico y descubro el cartel promocional de un nuevo hallazgo hotelero de la cadena mexicana Habita, un exponente ejemplar de la distinción y la elegancia más cool. Imposible no contrastar ambos mundos.