martes, diciembre 29, 2009

Valor por el nuevo año

Bee on lips

Me despido des ustedes hasta el año que viene con una impactante foto del maestro Irving Penn para Vogue, perteneciente a su preciosa obra Still Life, un regalazo para estas Navidades. ¿A cuento de qué esta foto?, se preguntarán. A cuento de nada. La pego ahora porque me da la gana, el blog es mío y hago de mi capa un sayo, faltaría más.
Los que me conocen saben lo inquietante que puede ser para mí la situación mostrada en la imagen, por lo que reproducirla ahora bien puede valer a modo de declaración de intenciones para el año futuro: ser aún más valiente de lo que soy, si es que eso es posible. Lo dicho, que ustedes la entren y la saquen bien. ¡Salud!

miércoles, diciembre 23, 2009

¿Hay algo más?

Llevaba unos días entre la ansiedad y la represión por acercarme al final de la serie de televisión que me ha tenido literalmente ocupado un año entero de mi vida. Empecé a ver los primeros capítulos del Ala Oeste de la Casa Blanca en diciembre de 2008 y, el destino y mi hambre voraz, me han llevado a tener que cerrar su círculo de siete largas temporadas precisamente ahora. Ayer para ser más exactos. Yo no quería, se lo juro, pero resulta que la ficción también tiene un final, por mucho que puedas rebobinarla una y otra vez, dilatar su último aliento, repetir el penúltimo diálogo o retardar el fotograma de adiós. Hay un momento en que la gente coge sus bártulos y te deja con cara de tonto plantado en el sofá, sin poder reaccionar, sin tiempo para recobrar la compostura, como mucho con la gracia bondadosa de poder empezar de nuevo como el que no quiere la cosa, como si los personajes que aparecen en la pantalla te fueran presentados por primera vez, así por sorpresa.
Pero lo que es imposible es poder rellenar eso que se ha venido extendiendo en foros y conversaciones y que tanto nos ha hecho compartir y que no es otra cosa que un auténtico, real, desasosegante, un poco patético, vacío existencial. Un agujero en la boca del estómago que con el fundido a negro definitivo te lleva a preguntarte: ¿Y ahora qué? Una película puede marcarte para siempre pero sus tiempos son distintos. Con una serie de televisión, sus historias y las criaturas que las protagonizan avanzan contigo casi en tiempo real, se cuelan en tu vida cotidiana, rellenan huecos libres y ocupan el resto viviendo en tu mente, esperando a que se les de cuerda en el próximo capítulo. Desprenderse de todo esto no es agradable.
Mi consuelo es no haberme asomado todavía a The Wire, un mundo que me espera y en el que pienso zambullirme a modo de terapia y así desengancharme de este mono cruel, que fue desperezado por primera vez a mediados de la última temporada de la serie con una doble desaparición, la del actor John Spencer y, consiguientemente, la de su personaje Leo McGarry. La muerte de ambos funcionó como un triste anticipo de la paulatina despedida de todos y cada uno de esos rostros y voces que te han acompañado durante tantos ratos, ratos convertidos en vida producto de una obsesión, la del espectador con la ficción.
A estas alturas sobra halagar la sofisticación del producto facturado por el genio de Aaron Sorkin, no pienso haceros perder el tiempo con pajas mentales acerca de la complejidad de su puesta en escena, de la brillantez de su guión, de la solvencia de su reparto, de la potencia de alguna de sus ideas o, incluso de su capacidad premonitoria que en ocasiones nos hace mirar a ese extraño país de reojo pensando: “¿será capaz de guiar sus pasos siguiendo un guión televisivo?” No, como buen yonqui podría pontificar sobre el placer causado por cada dosis pero prefiero hacerme el sentimental, acordarme una vez más de estos tipos que han formado parte de mi vida y que desgraciadamente ya no volverán a ella.


Homenaje: momento en el que John Spencer ganó un Emmy por su papel en The West Wing. Gracias a la información del blog de Ángela Armero, incluida la transcripción de las palabras de agradecimiento del actor.

martes, diciembre 22, 2009

Menuda Misa del Gallo

Escondido por tradición y prescripción facultativa de la jarana navideña, hecho un ovillo en mi residencia de invierno, con las ventanas tapiadas y enfundado en batín y pañuelo de cuello, escribo estas líneas mientras prenso tabaco en mi pipa de madera holandesa. Hasta lucimos por unos días un hermoso y tupido bigote con el que por fin podemos entonar eso de: "soy un truhán, soy un señor". Cof, cof... En fin, al lío. Hace unas semanas nos hacíamos eco del impactante diseño de la iglesia de Santa Mónica de Rivas Vaciamadrid, premiada el año pasado por la revista Wallpaper como el Mejor diseño de iglesias. Pues bien, la última edición Swarovski Elle, en la que la Pataki nos muestra su buena salud abrigada tan sólo por una paella de pedrería, seleccionó un puñado de templos que a más de uno puede hacerle replantearse su agnosticismo. En estas fechas tan espirituales, en las que la gente es buena, pero buena, buena de verdad, qué mejores lugares para refugiarse del temporal consumista. Del salón a la iglesia y de la iglesia a la cama. Así debería ser. Estas son algunas iglesias que con su diseño intentan acercarnos a Dios:

CAPILLA FAREWELL (Ljubljana, Eslovenia)

Sinuosa y minimalista, se integra en el paisaje de un cementerio de la capital eslovena.

IGLESIA DE ST. BARTHOLOMEW (Chodovice, República Checa)

Alfombras persas, lámparas de araña y sillas Panton con su cruz perforada en el respaldo contrastan con los fríos desconchones de los muros originales de la iglesia.

IGLESIA-MUSEO DE SAINT PIERRE (Firminy, Francia)

Icono de la arquitectura religiosa, el cono asimétrico de Le Corbusier fue su último proyecto.

CAPILLA DE VALLEACERÓN (Almadenejos, Ciudad Real)

Arquitectura patria, este contenedor de hormigón tensionado en mitad de la nada fue expuesto en el MOMA.

martes, diciembre 15, 2009

Mansa juventud ante Lightning Bolt

Mira por dónde vamos a dejaros con un par de fiestecillas de los cafres de Lightning Bolt. No me digan que mientras escuchan estas dulces melodias no les da por farfullar: morder-sajar-rasgar-machacar-arrancar-masticar-golpear-arjjjjj



lunes, diciembre 14, 2009

Paz en el agujero negro


Ya era hora. Les tengo un tanto abandonados y eso que les prometí saldar una cuenta: hablar del último retiro para el viajero descubierto en nuestra ajada piel de toro. Hablo de un escondite perdido en el vértice formado por las provincias de Tarragona, Castellón y Teruel y que responde al nombre de hotel Consolación. Camino de Monroyo, una pequeña ermita del siglo XIV asoma su espadaña y señala la senda hasta un hotelito recompuesto bajo la inspiración de Craig Ellwood, el arquitecto que revolucionó el concepto del habitáculo doméstico. Desde el armazón barroco de piedra soleada, rellenado de acero y buenos alimentos, hay que adentrarse en un paseo hasta los diez cubos de madera cuperizada instalados de cara a los montes del Matarraña, al borde del abismo. Cada uno de ellos depara una agradable puesta en escena abocada a una terraza íntima y abierta de par en par a la puesta de sol. Una bañera escavada en el piso del dormitorio, una chimenea suspendida del techo, una melodía que sale de la estación de iPod, y una cama desde la que no mover ni un músculo. El espectáculo está ahí fuera. Es Teruel, justo cuando se cumplen 10 años de su grito ahogado de reivindicación metafísica. Existe, se lo juro.


jueves, diciembre 03, 2009

Huir de la realidad

A golpe de esputo y gargajo escribo estas líneas, mientras me invade ese delicioso sopor provocado por una noche de sudores, expectoraciones y delirios. Hasta las piedras más inquebrantables tienen sus fisuras. Pero no se alarmen, saldremos de esta. Pues bien, tal vez mi actual estado se deba a la intensa y prolongada exposición durante la última semana a una suerte de criptonita vulgaris que en su versión genérica podríamos identificar con los medios de comunicación de masas, y que en su versión más nociva lleva por nombre televisión. En ella hemos asistido a demostraciones in fraganti del tongo en el que se basan esos divertidos, interminables pero, a la postre, fraudulentos programas llamados call tv. También hemos comprobado el nivel de periodismo científico y de investigación, a todas luces independiente y por encima de todo, liberal, exhibido desde la plataforma Intereconomía –impagable su campaña anti-condón, trufadita de datos, estadísticas, declaraciones expertas, toneladas de rigor y, bueno, una miaja de racismo y crutrerío patrío-. Medios más serios, sin embargo, tampoco han tenido su mejor semana al no cortarse un cacho en el tratamiento de alguno de los últimos episodios estrella de las crónicas de sucesos. Total, un asesino que igual no lo es tanto. Bah, la tirada ya está justificada, ayer lo petamos y hoy somos víctimas de un sistema que a veces no funciona. Y a otra cosa, mariposa, y si está muerta, casi mejor. Pero en vez de ojipláticos, seguimos en punto muerto, tiramos millas, zapeamos y zapeamos, nos lo comemos todo crudo, hasta el fondo. Joder, no me extraña que últimamente me haya dado por el insomnio…
Por eso, nuestra próxima entrada del blog versará sobre caminos alternativos para huir de la realidad -al menos para huir de Madrid, la ciudad de los costurones eternos gracias a nuestro gran faraón aniquilador, la ciudad del terremoto termonuclear- y, como la apología de las drogas duras sigue sin ser una práctica muy bien vista, recomendaremos un viaje algo diferente, una escapada a uno de los rincones más tonificantes de nuestra piel de toro. No se la pierdan.

viernes, noviembre 27, 2009

¿Qué hacen con esos días?

Ojeo los periódicos por encima y me desaliento. Zapeo por las cadenas de televisión y me asaltan las arcadas. Paseo hasta mi trabajo y me llama la atención unos carteles que publicitan The Obama Deception, una peli fanzinera que trata de desmontar la esperanza encarnada en el nuevo líder negro -o café con leche- debido a su supuesta sumisión al New World Order y al Grupo Bilderberg, lobbys a cada cual más siniestro. Menos mal que ayer me fui a la cama con una frase metida en la cabeza:

“Este es el tiempo que nos queda.
Nosotros tenemos la capacidad de cambiar más cosas en un día en la Casa Blanca que en toda nuestra vida desde que salgamos de ella. ¿Qué hacemos con estos días?”
Leo McGarry, ex-jefe de gabinete de la Casa Blanca en la serie The West Wing.

Pero como este es un rincón de ji-ji-ja-ja, quitemos un poco de hierro al asunto y, a expensas de la herejía que supondrá para los fans de la serie -entre los que me encuentro-, podemos ver esta divertida parodia de pasillos y discursos. Me encanta Toby, mi favorito.

jueves, noviembre 26, 2009

Dios bendiga a América

Vaya dos títulos que llevamos. No se apuren, seguimos siendo un blog rigurosamente laico, pero... En fin, los fulanos que se colaron en la Casa Blanca. Lo dicho, ¡God bless America!

martes, noviembre 24, 2009

Alabado sea el Señor

Antes de que incluya una reseña de mi última escapada otoñal, con el Maestrazgo como paisaje protagonista, quiero destacar algo que se me ha ido pasando y que tenía en el tintero desde hace tiempo. Se trata de la distinción que la revista Wallpaper hizo el año pasado de la parroquia de Santa Mónica, en Rivas Vaciamadrid, como "mejor diseño de iglesia 2008". Sí, ya ha llovido, lo sé. Pero el recordatorio ha surgido ojeando las páginas del nuevo número de Arquitectura y Diseño. El caso es que nunca es tarde para alabar esta obra de Ignacio Vicens y José Antonio Ramos protagonizada por el acero cortén y por su rupturista diseño geométrico. Un enorme contenedor mutante y oxidado más propio de un territorio post-apocalíptico que de un barrio residencial de chalés con piscina. Así es Rivas, un lugar cuanto menos curioso, un municipio poco católico que encierra el oficio en un monstruo de Mad Max.

martes, noviembre 17, 2009

Aquellos maravillosos thrillers

Cuando nos da por una cosa no la soltamos. Seguimos con el cine, concretamente con uno de los géneros que peor se está comportando los últimos años: el thriller. Pertenezco a una generación que mamó la década de los ochenta de una manera casi literal. Digamos que nos amamantó y que sigue siendo una fuente inagotable de recuerdos sublimados y fetichismo nostálgico. En aquel contexto, lejos de ser carne de videoclub, tuve la suerte de ser “obligado” a acompañar a las salas con más solera de Madrid, fin de semana tras fin de semana, a mis queridos progenitores, más que meros aficionados y que no siempre basaban su criterio de selección de películas en la impresionable mente de un tierno mozalbete. Nada más lejos de la realidad. Durante mis años de infancia, me dio tiempo a quedarme petrificado en mi butaca ante el vello púbico de Nastassja Kinski en El beso de la pantera o ante el de Debra Winger en El cielo protector, por poner una horquilla de apertura y cierre de década. Aquellas dos escenas forman parte de mi aprendizaje. Entre ambas películas –sin demasiada relación con el género que nos ocupa, por cierto-, se agolpan en mi memoria un sinfín de títulos a los que tengo un singular cariño y que, todos ellos, debido a la especial devoción paterna por lo escabroso y el “suspens” –acuérdense que hay una buena parte de la sociedad que todavía sigue llamando “restorant” al restaurante por una mala influencia francesa- tenían como nexo de unión la temática policíaca, judicial o, incluso, de susto. Todas las vi en pantalla grande.
El caso es que me he acordado de ellas, y de aquellas jornadas de cine de sábado por la tarde en el Cid Campeador, en el Carlos III, en el Luchana, o en las salas de la Gran Vía, al recuperar algunas últimamente en la tele. Mi conclusión es que ya no se hacen películas como aquellas, ni las buenas ni tampoco las malas. ¿Las recuerdan? No hace tanto de las hombreras y las corbatas a la moda de los yuppies de Wall Street.

Una pequeña selección:
El sendero de la traición (Betrayed, 1988) y La caja de música (1989), de Costa-Gavras, películas impactantes sin llegar a la hondura de Desaparecido, algo más que un thriller, una conmovedora historia de podredumbre humana, con un Jack Lemmon gigante. Por encima del resto de intérpretes, en la primera Debra Winger (otra vez ella) y, en la segunda, Jessica Lange. Aunque nunca olvidaré al nazi bastardo Mike Laszlo disfrazado de angelical abuelito con rostro de Armin Mueller-Stahl, ni por supuesto, el sonido espeluznante de aquella cajita de música.
Al filo de la sospecha (1985), con un buen duelo interpretativo entre Glenn Close y Jeff Bridges, aunque los secundarios son estupendos. La máquina de escribir, la máquina de escribir…


Veredicto final (1982), una de las grandes pelis del maestro Sidney Lumet, con un tremendo Paul Newman alcoholizado.



Sospechoso (1987). Otra mujer abogado, Cher, y un pipiolo Dennis Quaid acompañan a Liam Neeson en uno de sus primeros papeles reseñables.



Peligrosamente juntos (1986), una delicia de comedia policíaca donde, qué raro, destacan los ojazos de Debra Winger.


Falso testigo (The Bedroom Window, 1987). ¡Para qué una traducción medianamente literal cuando podemos llamarla como todas las películas de la época, incluyendo dos de las palabras más de moda del momento! Nada del otro jueves. Aunque salía Isabelle Huppert, el que partía el bacalao era la estrella ochentena Steve Guttenberg.
Único testigo (1985). Película referencia de la década, con la estrellaza Harrison Ford seduciendo a mi querida, aunque amish, Kelly McGillis.

La sombra del testigo (1987). Otro producto de la época, con su título adaptado para la ocasión, su director de éxito y sus estrellitas deslumbrantes del momento: Tom Berenger, Mimi Rogers y Lorraine Bracco. ¡Vaya trío!

Presunto inocente (1990). Aunque es del noventa, pertenece con justicia a la década anterior. Otra vez Harrison. Una rubia de impresión y una gran escena tórrida. El martillo, el maldito martillo…

Testigo accidental (Narrow Margin, 1990). No podía faltar Gene Hackman, un especialista en estas lides de la tensión argumental, en este caso con un remake de un clásico de la RKO y junto a otra prota de los ochenta, Anne Archer. Ritmo endiablado, estrés, un medioabuelo en un papel de acción. Adictiva.
Sin salida (1987). Un icono de los ochenta, con un Kevin Costner en lo más alto, un Gene Hackman de mucho miedo y una Sean Young más sexy que nunca.

FX, efectos mortales, (1986). Un poco más gore que el resto, es también un clásico del cine de intriga y del FBI de la época. Destaca el siempre inquietante Brian Dennehy, uno de los secundarios más brillantes de esos años.


Por último, el juego de los títulos alternativos: falso inocente, presunto testigo, único sospechoso, presunta sombra, falsa traición, culpable único, inocente mortal, sin presunto, sombra accidental, testigo sospechoso, sospechoso sospechoso,…

martes, noviembre 10, 2009

Los cómicos

Seguimos con él. Con López Vázquez. Este fin de semana, como homenaje, hemos querido repetir el ritual del otro día y pegarnos un buen atracón de cine ibérico del bueno. De primer plato, El pisito. De segundo, Un millón en la basura. Ambas películas, de Ferreri y Forqué respectivamente, destilan todo aquello que hizo de José Luis López Vázquez un actor versátil e icónico, un rey de la tragicomedia. Tanto en el neorrealismo de finales de los cincuenta como en la comedia costumbrista y sesentera de inocente moraleja y ambientación navideña, López Vázquez se movía con maestría, con su cara de español. Como bien escribió Carlos Boyero, “hay actores que podrían ser de cualquier parte, pero Alberto Sordi solo puede ser italiano, Jean Gabin francés, Wayne norteamericano, López Vázquez español.” El pase doble es uno de tantos que podría repetir sin cansarme, no sólo con López Vázquez como estrella invitada sino con unos cuantos actores y actrices de la España en blanco y negro que de vez en cuando conviene desempolvar aunque sea como mero ejercicio de arqueología. Precisamente, Elvira Lindo titulaba a su columna de este domingo en El País El reparto de mi vida para rendir su particular tributo a toda esa gente que durante décadas y generaciones ha formado parte de nuestra fauna más cercana y familiar, los rostros de nuestros vecinos, de nuestras tías, de la portera, de la chacha. Protagonistas y secundarias, en películas malas, pasables o maestras, las caras y voces que formaron parte de esa colección irrepetible pertenecen al patrimonio cultural de un país. Unos arrastraban el inmenso bagaje acumulado durante el rico periodo de la República, otros se tuvieron que conformar con arrastrarse sin más en los fríos y grises años de la posguerra. Cada cual con su historia, su propia verdad, todos ellos con la intención de trabajar en un oficio que siendo tan digno como el de ahora, no se exponía a las mismas candilejas ni a las mismas tentaciones. Eran otros tiempos, mucho peores por supuesto, pero en los que sencillez, experiencia e ingenio eran conceptos menos ignotos que en los actuales días de intérpretes imberbes flasheados como ídolos de masas. Qué sí, que hubo un niño ruiseñor y algún engendro más de la España del caudillo, pero hablo de comparar aquellos cómicos con el reparto de ahora, incapaz de sostener a los más sabios que en seguida han sido arrinconados por el sistema. Total, puestos a ser nostálgicos, ¿cuál sería el reparto de vuestra vida? No vale poner a otro abuelo que no sea Pepe Isbert.

martes, noviembre 03, 2009

La insignificancia de un gigante

Hay qué ver. Tumbados en el sofá un sábado por la tarde cualquiera, aparece en la tele el rostro de José Luis López Vázquez. Se canta una jota con su tonillo de siempre. Es una peli entre tantas del (sub)desarrollismo español, una mierdaza enlatada que, sin embargo, tiene algo de poder hipnótico gracias a la presencia de alguna criatura diferente, tan distinta como la que, a pesar de todo, se esconde tras la aparente insignificancia de un tipo calvo y con bigote, clon de millones de españolitos grises, reprimidos, salaos, buenos, del montón. Mi chica me pregunta: “¿este hombre sigue vivo?”. “Creo qué sí”, respondo yo medio convencido de que, aunque nos acostumbramos a la pérdida de tantos y tantos, un tachón como el de López Vázquez quedaría en la memoria. Efectivamente, seguía vivo. Dos días después, moría plácidamente. Qué cosas.
Ayer, la misma chica que se quedó helada con la noticia, y con su macabro presagio, se dolía de la pena que supone que gente así no disfrute en vida de las bonitas adulaciones que suelen darse cuando desaparecen. Es cierto, pero también lo es que un tipo como López Vázquez –dos apellidos que juntos suenan a gloria bendita- forma parte de tu paisaje habitual que, aunque haya estado discretamente retirado en camerinos durante un tiempo, nos parece que sigue ahí, al otro lado de la esquina o del mando a distancia. Aquel ser insignificante de esa película mediocre era un genio, un gigante.

miércoles, octubre 28, 2009

Para gustos, los colores… dorados

Hubo un tiempo en que el Imperio Otomano, aunque bruto y enemistado con los moñas andalusíes que representaban el ala más aceitosa de los árabes, era sinónimo de placeres y hedonismo. El buen gusto turco es hoy una cosa muy discutible, pero en nuestro reciente viaje a la antigua Costantinopla hemos comprobado que, a pesar de que hay un buen puñado de hotelitos pequeños, modestos y contenidos, hay muchos otros más que desbarran en el falso oropel y en la frikada infumable. Uno de esos ejemplos es el hotel Celal Aga Konagi, que ya de por sí tiene tela el nombre. Ubicado en una avenida principal como Sehzadebası, este hotel es uno de los adefesios más deliciosos de cuantos he visto en mi vida viajera y hotelística. Disfruten conmigo de tan imposible combinación de elementos ornamentales: butacas envueltas en papel de regalo dorado, fuentes de piedra en mitad del hall, lámparas con forma de tuerca –dorada, claro está-, colores ácidos sin ton ni son, los murales más espantosos que ni en un restaurante chino de la periferia sevillana se puedan encontrar, y, mi preferido, un buen cisne de porcelana sobre el mostrador de recepción. Con dos pelotoncios, sí señor. Claro, que en cualquier restaurante de cierto caché de la ciudad te puedes encontrar fácilmente un grifo de cerveza esculpido en forma de saxofón. Ellos son así. Les gustan estas cosas.
De las habitaciones, poco que decir, decepcionantes por no albergar ningún osado esfuerzo por herir la retina. Cuánta vulgaridad.



martes, octubre 27, 2009

En el centro del mundo

Ya estamos de vuelta. Merhaba a todos. Cuando contemplo con ansiedad el resultado del nuevo icono hotelero de la Ciudad Condal, el W Barcelona -de la filial de lujo adscrita a la cadena Starwood-, recién inaugurado y objeto de polémica por su impactante volumen al borde del mar, recuerdo una de las cosas que se me han quedado en el tintero de nuestro reciente viaje a Estambul: precisamente visitar el ejemplar de esta cadena en la ciudad otomana. Aunque nada que ver con el epatante diseño en forma de vela obra de Ricardo Bofill exhibido en Barcelona, siempre es un aliciente sumergirse en uno de estos hoteles. Su situación en un barrio residencial, alejado del barullo, de los bazares, del centro histórico, nos hizo imposible su visita. Otra vez será.
Para recrear nuestra memoria quedan los paseos por Balat, los niños correteando por las empinadas cuestas, la visión desde Asia del cielo encendido sobre Europa, los minaretes recortados por el sol, el atardecer desde la Torre Gálata, el olor a pescado del barrio armenio de pescadores de Kumkapi, la neblina nocturna como sacada del Londres antiguo de las calles desiertas de la zona de la Universidad, los hotelitos boutique de la parte baja de Sultanahmet, las chicas con pañuelos en la cabeza y Converse All Stars, mi cuerpo serrano tomando forma de kebab...

Como se lee: Hotel Martínez. Esto también es Estambul.

Cine turco de amor y sentimientos

domingo, octubre 18, 2009

Ay, Madrid, Madrid



Lloyd's: hileras de ascensores panorámicos y módulos de lavabos


Ejecutivos en la City

Un caballero ondea frente a mi parabrisas una enorme bandera valenciana. Un autobús pro-vida casi me tritura a su paso ciego en retirada tras ejercer militancia en la manifa. Mi no entender nada. Sábado por la tarde en el centro de Madrid y a duras penas consigo hacer acto de presencia en el último día de la exposición dedicada a la obra del arquitecto Richard Rogers, en el CaixaForum. El último humanista, como se le ha llegado a calificar, ha disfrutado de una muestra colorista, pedagógica y luminosa, como su trabajo. Bajo la ecuación de LUZ+VISTAS, el arquitecto británico amigo de Foster y Renzo, y seguidor de Frank Lloyd Wright, se autodefine como arquitecto del jazz, en oposición a Palladio que no era sino “música congelada”, por entender la arquitectura como algo abierto a la evolución, sin limitaciones. La flexibilidad destinada a que en el futuro las cosas puedan ser cambiadas de manera natural. Fanático de la sostenibilidad del diseño, sus edificios forman parte de la renovada cara de Londres, mientras para España ha legado desde la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas a las bodegas Protos. Fábricas, viviendas prefabricadas, centros culturales, estaciones de transporte, algún hotel. Cualquier proyecto es susceptible de servir a la ciudad, de mejorarla sin tener que alterar con petulancia su esencia. Además, como ha pasado en Roma, una iglesia puede ser la mejor discoteca. Sin limitaciones, como hemos dicho.
Por otra parte, se agradecen los postulados que rigen su dinámico estudio: ser solidario con el entorno y el medio ambiente, no aceptar encargos destinados a fines bélicos, ceder parte de sus beneficios a causas benéficas, división equitativa y transparente de los dividendos… Y al tajo en bicicleta, que el mismo autor del Pompidou ejemplifica. Así da gusto trabajar. Con gente como Rogers (y, lo siento, no puedo reprimirme, con gente como Woody Allen en cuya última película se escuchan descargas como: “Dios era un decorador gay”) no está todo perdido. Un repaso a la columna de Javier Marías en El País (“si tanto desean unos Juegos Olímpicos, prueben a hacer lo que nunca han hecho, y tal vez tengan suerte a la próxima: dejen la ciudad en paz, déjenla vivir, respirar, estar limpia, trabajar, descansar. Acaben con su estrépito, cierren todos sus boquetes de una vez, quiten de en medio los martillos neumáticos y las tuneladoras, y entonces quién sabe.”) y el domingo se hace más llevadero.
Hasta mi vuelta de Estambul, amiguitos.



La T4 de Barajas

jueves, octubre 08, 2009

Semana de la Arquitectura: 3ª y 4ª jornada

Seguimos ruta dentro de la Semana de la Arquitectura. Si bien cerramos la segunda jornada asistiendo a la proyección del documental Apuntes de Frank Gehry, ayer nos tuvimos que conformar con jurar en arameo tras el plantón sufrido, en nuestra propia casa (¡en Moratalaz!), por parte de la organización al suspender la visita al edificio de las viviendas del Ruedo. Errores garrafales producto de la improvisación aparte, como también el de incluir en el programa visitas a edificios que logísticamente son imposibles de ser visitados (error este que podían haber subsanado desde el año pasado, pero que no, no aprenden), iniciamos la cuarta jornada, dedicada a la accesibilidad a los espacios de uso público, acudiendo a la cita con varios hoteles de la cadena Confortel, ejemplos de cómo integrar elementos que permiten la accesibilidad completa a personas con discapacidad sin por ello restar un ápice de diseño colorista y confortable. Al contrario, logran que el diseño esté vinculado directamente a las medidas impuestas para esa total adaptabilidad, haciendo a su vez que el huésped no se sienta en un hospital camuflado sino en un hotel vanguardista. Por último, cerraremos la jornada con una visita a la famosa Caja Mágica, una pieza casi convertida en reliquia por lo que se empieza a augurar como un desaprovechamiento manifiesto producto del fiasco olímpico y de la negativa también de los tenistas a que Madrid sea sede de eliminatorias de Copa Davis.



Repámpanos estuvo allí, en el Ruedo moratalazí. ¿Será que no se atreven los del ayuntamiento a que los pipiolos estudiantes de arquitectura, encargados de guiar al personal, se internen en semejante espacio marginal ante la amenaza gitana, la tensión del ambiente y las miradas desafiantes de niños de cinco años?




Más allá del valor de la peli del maestro Sydney Pollack, en sí misma por ser la última del director antes de morir y en su esencia por acercarse con ingenuidad a la trayectoria de su amigo Frank Gehry, y que sobre todo resulta interesante por la expresividad de los materiales utilizados por el arquitecto, por el nostálgico poder de las manos a la hora de pergeñar ideas, por el axioma que identifica como pecado cualquier forma de decoración ornamental y, en general, por la idea de que este hombre supo romper las estrictas normas establecidas de una disciplina tan hermética como la de la arquitectura, la figura de este freak-arquitecto da incluso para que Los Simpsons se fijen en él y den buena cuenta de él. Delicioso documento que no hemos podido recuperar más que en formato argentino.

martes, octubre 06, 2009

Semana de la Arquitectura: 2ª jornada


Tras el jostión olímpico, la villa de Madrid vive inmersa en su Semana de la Arquitectura, como cada octubre. Mejor nos irá. Una de las fechas más interesantes de la agenda local se prepara entonces para dar a conocer parte de su mejor patrimonio arquitectónico, así como de divulgar, charlar, debatir, enseñar o filosofar sobre un puñado de temas relacionados con el urbanismo o el estado actual de la disciplina. Visitar edificios emblemáticos, subir a lo más alto de algunos rascacielos, homenajear a maestros, descubrir tendencias o repasar trayectorias y corrientes son algunas de las actividades propuestas para esta edición.


Tras la mesa redonda llevada a cabo ayer sobre la obra de Óscar Niemeyer y la arquitectura contemporánea, y la visita a un puñado de torres y edificios de postín, hoy nos hemos paseado por el Mercado de San Miguel, recientemente reinaugurado. Conservacionismo, rehabilitación, falseamiento, remedos, tradición, integración, recuperación... Debate hay.


Esta tarde daremos cuenta del documental Apuntes de Frank Gehry, del desaparecido Sydney Pollack, y mañana nos centraremos en nuestro hogar, el dulce y a la vez salvaje barrio de Moratalaz.