miércoles, octubre 28, 2009

Para gustos, los colores… dorados

Hubo un tiempo en que el Imperio Otomano, aunque bruto y enemistado con los moñas andalusíes que representaban el ala más aceitosa de los árabes, era sinónimo de placeres y hedonismo. El buen gusto turco es hoy una cosa muy discutible, pero en nuestro reciente viaje a la antigua Costantinopla hemos comprobado que, a pesar de que hay un buen puñado de hotelitos pequeños, modestos y contenidos, hay muchos otros más que desbarran en el falso oropel y en la frikada infumable. Uno de esos ejemplos es el hotel Celal Aga Konagi, que ya de por sí tiene tela el nombre. Ubicado en una avenida principal como Sehzadebası, este hotel es uno de los adefesios más deliciosos de cuantos he visto en mi vida viajera y hotelística. Disfruten conmigo de tan imposible combinación de elementos ornamentales: butacas envueltas en papel de regalo dorado, fuentes de piedra en mitad del hall, lámparas con forma de tuerca –dorada, claro está-, colores ácidos sin ton ni son, los murales más espantosos que ni en un restaurante chino de la periferia sevillana se puedan encontrar, y, mi preferido, un buen cisne de porcelana sobre el mostrador de recepción. Con dos pelotoncios, sí señor. Claro, que en cualquier restaurante de cierto caché de la ciudad te puedes encontrar fácilmente un grifo de cerveza esculpido en forma de saxofón. Ellos son así. Les gustan estas cosas.
De las habitaciones, poco que decir, decepcionantes por no albergar ningún osado esfuerzo por herir la retina. Cuánta vulgaridad.



martes, octubre 27, 2009

En el centro del mundo

Ya estamos de vuelta. Merhaba a todos. Cuando contemplo con ansiedad el resultado del nuevo icono hotelero de la Ciudad Condal, el W Barcelona -de la filial de lujo adscrita a la cadena Starwood-, recién inaugurado y objeto de polémica por su impactante volumen al borde del mar, recuerdo una de las cosas que se me han quedado en el tintero de nuestro reciente viaje a Estambul: precisamente visitar el ejemplar de esta cadena en la ciudad otomana. Aunque nada que ver con el epatante diseño en forma de vela obra de Ricardo Bofill exhibido en Barcelona, siempre es un aliciente sumergirse en uno de estos hoteles. Su situación en un barrio residencial, alejado del barullo, de los bazares, del centro histórico, nos hizo imposible su visita. Otra vez será.
Para recrear nuestra memoria quedan los paseos por Balat, los niños correteando por las empinadas cuestas, la visión desde Asia del cielo encendido sobre Europa, los minaretes recortados por el sol, el atardecer desde la Torre Gálata, el olor a pescado del barrio armenio de pescadores de Kumkapi, la neblina nocturna como sacada del Londres antiguo de las calles desiertas de la zona de la Universidad, los hotelitos boutique de la parte baja de Sultanahmet, las chicas con pañuelos en la cabeza y Converse All Stars, mi cuerpo serrano tomando forma de kebab...

Como se lee: Hotel Martínez. Esto también es Estambul.

Cine turco de amor y sentimientos

domingo, octubre 18, 2009

Ay, Madrid, Madrid



Lloyd's: hileras de ascensores panorámicos y módulos de lavabos


Ejecutivos en la City

Un caballero ondea frente a mi parabrisas una enorme bandera valenciana. Un autobús pro-vida casi me tritura a su paso ciego en retirada tras ejercer militancia en la manifa. Mi no entender nada. Sábado por la tarde en el centro de Madrid y a duras penas consigo hacer acto de presencia en el último día de la exposición dedicada a la obra del arquitecto Richard Rogers, en el CaixaForum. El último humanista, como se le ha llegado a calificar, ha disfrutado de una muestra colorista, pedagógica y luminosa, como su trabajo. Bajo la ecuación de LUZ+VISTAS, el arquitecto británico amigo de Foster y Renzo, y seguidor de Frank Lloyd Wright, se autodefine como arquitecto del jazz, en oposición a Palladio que no era sino “música congelada”, por entender la arquitectura como algo abierto a la evolución, sin limitaciones. La flexibilidad destinada a que en el futuro las cosas puedan ser cambiadas de manera natural. Fanático de la sostenibilidad del diseño, sus edificios forman parte de la renovada cara de Londres, mientras para España ha legado desde la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas a las bodegas Protos. Fábricas, viviendas prefabricadas, centros culturales, estaciones de transporte, algún hotel. Cualquier proyecto es susceptible de servir a la ciudad, de mejorarla sin tener que alterar con petulancia su esencia. Además, como ha pasado en Roma, una iglesia puede ser la mejor discoteca. Sin limitaciones, como hemos dicho.
Por otra parte, se agradecen los postulados que rigen su dinámico estudio: ser solidario con el entorno y el medio ambiente, no aceptar encargos destinados a fines bélicos, ceder parte de sus beneficios a causas benéficas, división equitativa y transparente de los dividendos… Y al tajo en bicicleta, que el mismo autor del Pompidou ejemplifica. Así da gusto trabajar. Con gente como Rogers (y, lo siento, no puedo reprimirme, con gente como Woody Allen en cuya última película se escuchan descargas como: “Dios era un decorador gay”) no está todo perdido. Un repaso a la columna de Javier Marías en El País (“si tanto desean unos Juegos Olímpicos, prueben a hacer lo que nunca han hecho, y tal vez tengan suerte a la próxima: dejen la ciudad en paz, déjenla vivir, respirar, estar limpia, trabajar, descansar. Acaben con su estrépito, cierren todos sus boquetes de una vez, quiten de en medio los martillos neumáticos y las tuneladoras, y entonces quién sabe.”) y el domingo se hace más llevadero.
Hasta mi vuelta de Estambul, amiguitos.



La T4 de Barajas

jueves, octubre 08, 2009

Semana de la Arquitectura: 3ª y 4ª jornada

Seguimos ruta dentro de la Semana de la Arquitectura. Si bien cerramos la segunda jornada asistiendo a la proyección del documental Apuntes de Frank Gehry, ayer nos tuvimos que conformar con jurar en arameo tras el plantón sufrido, en nuestra propia casa (¡en Moratalaz!), por parte de la organización al suspender la visita al edificio de las viviendas del Ruedo. Errores garrafales producto de la improvisación aparte, como también el de incluir en el programa visitas a edificios que logísticamente son imposibles de ser visitados (error este que podían haber subsanado desde el año pasado, pero que no, no aprenden), iniciamos la cuarta jornada, dedicada a la accesibilidad a los espacios de uso público, acudiendo a la cita con varios hoteles de la cadena Confortel, ejemplos de cómo integrar elementos que permiten la accesibilidad completa a personas con discapacidad sin por ello restar un ápice de diseño colorista y confortable. Al contrario, logran que el diseño esté vinculado directamente a las medidas impuestas para esa total adaptabilidad, haciendo a su vez que el huésped no se sienta en un hospital camuflado sino en un hotel vanguardista. Por último, cerraremos la jornada con una visita a la famosa Caja Mágica, una pieza casi convertida en reliquia por lo que se empieza a augurar como un desaprovechamiento manifiesto producto del fiasco olímpico y de la negativa también de los tenistas a que Madrid sea sede de eliminatorias de Copa Davis.



Repámpanos estuvo allí, en el Ruedo moratalazí. ¿Será que no se atreven los del ayuntamiento a que los pipiolos estudiantes de arquitectura, encargados de guiar al personal, se internen en semejante espacio marginal ante la amenaza gitana, la tensión del ambiente y las miradas desafiantes de niños de cinco años?




Más allá del valor de la peli del maestro Sydney Pollack, en sí misma por ser la última del director antes de morir y en su esencia por acercarse con ingenuidad a la trayectoria de su amigo Frank Gehry, y que sobre todo resulta interesante por la expresividad de los materiales utilizados por el arquitecto, por el nostálgico poder de las manos a la hora de pergeñar ideas, por el axioma que identifica como pecado cualquier forma de decoración ornamental y, en general, por la idea de que este hombre supo romper las estrictas normas establecidas de una disciplina tan hermética como la de la arquitectura, la figura de este freak-arquitecto da incluso para que Los Simpsons se fijen en él y den buena cuenta de él. Delicioso documento que no hemos podido recuperar más que en formato argentino.

martes, octubre 06, 2009

Semana de la Arquitectura: 2ª jornada


Tras el jostión olímpico, la villa de Madrid vive inmersa en su Semana de la Arquitectura, como cada octubre. Mejor nos irá. Una de las fechas más interesantes de la agenda local se prepara entonces para dar a conocer parte de su mejor patrimonio arquitectónico, así como de divulgar, charlar, debatir, enseñar o filosofar sobre un puñado de temas relacionados con el urbanismo o el estado actual de la disciplina. Visitar edificios emblemáticos, subir a lo más alto de algunos rascacielos, homenajear a maestros, descubrir tendencias o repasar trayectorias y corrientes son algunas de las actividades propuestas para esta edición.


Tras la mesa redonda llevada a cabo ayer sobre la obra de Óscar Niemeyer y la arquitectura contemporánea, y la visita a un puñado de torres y edificios de postín, hoy nos hemos paseado por el Mercado de San Miguel, recientemente reinaugurado. Conservacionismo, rehabilitación, falseamiento, remedos, tradición, integración, recuperación... Debate hay.


Esta tarde daremos cuenta del documental Apuntes de Frank Gehry, del desaparecido Sydney Pollack, y mañana nos centraremos en nuestro hogar, el dulce y a la vez salvaje barrio de Moratalaz.