lunes, julio 12, 2010

Cierre por vacaciones

Antes de nada, los inolvidables. Gol, y eso. Vaya movida.

Ejem, para qué extendernos. Esta bitácora aprovecha la resaca para cerrar el chiringo y poner rumbo a California. Tengan paciencia, abaníquense bien, beban mucha limonada y esperen felices nuestro regreso. Les traeremos buenas nuevas, los bolsillos cargados de arena del desierto, las botas manchadas de polvo de Mojave, las sacas llenas vinilos. Canten conmigo:



Well I'm going out west where I belong
Where the days are short and the nights are long

And I'll walk a little walk I'll twist a little twist
I'll shimmy a little shimmy I'll fly a little fly
Yea we're out there having fun in the warm California sun

Well, I'm going out west out on the coast
Where the California girls are really the most

Where they walk and I'll walk They fish and I'll fish
They sin and I'll sin They fly and I'll fly
Where they're out there having fun in the warm California sun

Well, the girls are frisky in old 'Frisco
A pretty little chick wherever you go

And they walk and I'll walk They fish and I'll fish
They sin and I'll sin They fly and I'll fly
Where they're out there having fun in the warm California sun

We're out there having fun, yeah, in the warm California sun

sábado, julio 10, 2010

Flash!!! El movimiento congelado

Efectivamente, la exposición dedicada a la obra de Harold Edgerton es todo un acontecimiento. Uno de los platos fuertes de la presente edición de PhotoEspaña no defrauda por la cantidad ni por la calidad. La emblemática sede del BBVA en el complejo madrileño de Azca acoge hasta finales de mes una retrospectiva de las fotografías más célebres del fotógrafo y científico bajo el título de Anatomía del movimiento: fotografías de Harold Edgerton. Además de sus impactantes fotos, se pueden ver algunos de sus cacharros inventados por él así como cuadernos técnicos con anotaciones de sus experimentos. Obsesionado con capturar el movimiento en todas sus dimensiones, Edgerton pasó toda su longeva existencia dándole al tarro. Retomó la inspiración de pioneros como Muybridge, se sacó de la manga la luz estroboscópica, colaboró con gente como Cousteau, participó en un documental sobre sus propios hallazgos (Más rápido que un parpadeo) que fue merecedor del Oscar en 1940 -la película se proyecta en la exposición y no tiene el más mínimo desperdicio-, murió con el resquemor de no haber logrado captar la máxima perfección geométrica de una gota o de una manzana atravesada por un balazo, dos de sus series más repetidas y famosas. Un tipo que retomó la idea de un señor como Zenón de Elea, filósofo griego de la antigüedad, que sostenía que el movimiento en realidad no existe como continuidad sino que debe entenderse como el producto de múltiples paradas en el espacio. Un movidón, vamos. Edgerton fue un revolucionario, un hombre de ciencia que cambió para siempre el concepto de un arte que en sus inicios eludía el rastro del movimiento obligado por la incapacidad material y exigiendo posados eternos, que en su desarrollo jugó con sus estelas y ráfagas y que, paradójicamente, gracias a este entrañable freak, le condenó de nuevo a la quietud, esta vez congelando su expresión más invisible al ojo humano. El instante de Cartier-Bresson adquiría así un significado de imagen resumen del antes y el después.



Por fin, 25 años después, Edgerton captaba la belleza pefecta de la corona de leche.






Fotos absolutamente pop.

Fotos sin cámara. La bala formando una punta de flecha... Increíble

Coqueteando con la energía atómica. Foto tomada a 15 kilómetros de distancia

martes, julio 06, 2010

El fútbol es la p...

Sí, queridos y queridas mías. No hay nada como el fútbol, el deporte rey. Una de las cosas más importantes de la vida, para muchos, la más importante de las menos importantes. Un deporte absurdo, troglodita, primario, ridículo, pero repleto de emociones, de belleza, de vida envasada en noventa minutos. No hay un deporte igual. Ninguna disciplina es tan injusta y tan gratificante al mismo tiempo. En ningún juego colectivo o individual, el peor, el inferior, el más rácano, el mezquino, el débil puede alcanzar la gloria en décimas de segundo. En el fútbol eso pasa. Y pasa bastante. El infarto siempre ronda aunque la mayoría de las veces se trata de un deporte soporífero y vulgar.
Estamos a horas de vivir uno de los momentos más extraños de la historia del deporte de nuestra patria. Vivir unas semifinales de un Mundial de fútbol. Momento extraño porque nadie lo ha vivido. Era ciencia-ficción y ahora es pura realidad gracias a la mejor generación de futbolistas que este futbolero pero históricamente aspirante y perdedor país ha dado nunca. Pase lo que pase, ya es algo, algo muy bonito porque ya lo saben, el fútbol es la p...



Un gran recuerdo. Maceda entra con todo y clasifica a España ante la bestia teutona: Schumacher, Brehme, Briegel, Rummenige, Mattheus, Voeller, Stielike... Pero Maceda acabó levantando el puño con su habitual estilo desgarbado

lunes, julio 05, 2010

Tomarse un tiempo

Uno de los autocines de Sugimoto (la pantalla en blanco tras una exposición que dura todo el metraje de la película)

A la espera de visitar los platos fuertes de la presente edición de PhotoEspaña, véase las exposiciones de Moholy-Nagy, de Helen Levitt, de Martin Parr, de Isabel Muñoz o de Edgerton, asistimos al popurrí que se da cita en la sala del Teatro Fernán Gómez y que lleva por título Entretiempos. Instantes, intervalos, duraciones, una exposición colectiva dentro de la sección oficial del festival que centra su temario en el leitmotiv de este año: el tiempo. Así, el tiempo como elemento paradójico sobrevuela esta colección más conceptual, experimental y hasta intelectual que casi artística. Las imágenes del tiempo y el tiempo de las imágenes se entrecruzan para suscitar reflexión, sorpresa o simple sugestión. Los formatos son dispares en técnicas y tamaños. ¿Quieren ver durante 52 minutos cómo se destinta un rotulador? Pues vayan, vayan. Acción total. Incluso podrán contemplar los 62 poéticos minutos que Michael Snow grabó en plano fijo de una fantasmagórica cortina azuzada por una extraña brisa.
Nos encantó la pequeña muestra de claroscuros a lo Caravaggio de Daniel Blaufuks. O las naturalezas casi a lápiz de Jochen Lempert. Los horizontes de Iñaki Bonillas, los autocines de Sugimoto y los macabros fotograbados de Tacita Dean. Y, por supuesto, el trabajo de Postdamer Platz del señor Wesely, ese tipo que combatió el estrés y la inmediatez de la fotografía plantando sus misteriosas cámaras durante… ¡dos años! Sí, amigos, dos añitos de exposición, fotos de dos años de vida encerrados en una superficie bidimensional. Por último, mención aparte para otro cachondo: Jeff Wall y sus puestas en escena cotidianas. Pura paradoja. Enormes imágenes de títulos descriptivos que reflejan episodios aparentemente triviales, insípidos de la vida corriente de gente muy corriente pero que encierran la teatralidad de un fotógrafo que transgrede estereotipos y reglas para disparar instantes completamente diseñados.


Wesely y una de sus fotos que dura dos años.

Unos tipos sostienen un motor. Dos actores posan ante las órdenes de Jeff Wall

jueves, julio 01, 2010

El rock de la caravana

Un pobre diablo agarrado a un altavoz a las tantas de la mañana...

Sí amigos, el rock se vive a tope si se lleva la casa a cuestas. El asfalto de la carretera tiene ese magnetismo. Una vez te pegas a él, te quedas imantado. Como la roña que se te adhiere según este rockandroll way of life. Nada más levantarte, unos estiramientos matutinos –a eso de la hora de comer-, arrascarse la legaña y otra vez listo para bailar, pegar saltos, sacar la mano cornuda a pasear, berrear afónico, beber, fumar, y volver a bailar. Así hemos vivido el Azkena Rock Festival 2010, una edición que nunca olvidaremos, y eso que no es ni mucho menos la primera. Juramos que no será la última. Cuesta creer que haya un festival diseñado a la medida de uno, pero parece que el de Vitoria lo sigue siendo. A nuestra edad, se agradece. Precios razonables, bebida digna, ambiente agradable. Sonido más que decente (casi perfecto en algunas ocasiones), ocio y esparcimiento asegurado. Superficie homologada en varios materiales, formato minicésped y formato alquitranado. A cubierto y al aire libre. Ah, y la oportunidad de ver a dios. Porque Bob Dylan acudió puntual a la cita y demostró quién es el que todavía manda en esto. Manda dios, manda Dylan con levita y bigotito de mosquetero. Aquí un swing, aquí un blues sombrío, aquí una revisión de… ¡hop! Un puñadito de algunas de las mejores canciones jamás compuestas. Aquí una Highway 61 Revisited, aquí una Rainy Day Women #12 & 35 para que podamos chillar eso de “¡todo el mundo debe estar colocado!”, aquí una interpretación de Ballad of a Thin Man que consigue enmudecer al respetable y hacer que la noche no tenga demasiado sentido en su continuación. Pero lo tiene, porque aparece en escena un crooner enfundado en azul dañino y hasta en traje de espejos que, bajo la lluvia, ejerce de Elvis contemporáneo. La presencia, la simpatía, el encanto y la voz de Chris Isaak aportan ese sentido. Con estos dos conciertos hemos tenido suficiente. El resto estuvo bien, y hasta muy bien, pero no merece la pena ser añadido.
PD. Perdón, no podemos obviar el pasaje en el que sufrimos un accidente espacio-temporal. Ver a Kiss en directo nos supuso volver a la adolescencia y recordar lo emocionante que sigue siendo el circo.