sábado, enero 31, 2009

El alumbramiento

banda sonoraIñako Díaz-Guerra comentaba en su blog del diario AS la importancia de una peli como Beautiful Girls. Cameron Crowe es un tipo avispado, con recursos culturales y suficiente bagaje intelectual, pero también un director facilón e inclinado por un cine limpio y confortable. Lo que no le puedo negar es su tremendo talento para apuntar a la fibra sensible del chaval de a pie, o de algún tipo de chaval en concreto. La cuestión es que suele disparar con fogueo.
Los cinco minutos dedicados en Casi Famosos (una tontuna para todos los públicos del rock setentero) al alumbramiento del crío a la música son maravillosos. Para un chaval como yo cuyos padres se quedaron en Schubert, Miguel Fleta o Marquitos Redondo le costó un poco acceder a Rolling Stones, Zeppelin o Bowie. Luego descubrí que la pasión que ellos sentían por su mundo no era muy diferente a la que empecé a experimentar yo. A distintos decibelios, pero no muy distinta. Tiene que ver con la emoción. Lenguaje universal. El niño abre el maletín de su hermana mayor y desempolva el Pet Sounds o el Blonde on Blonde. Acaricia el Wheels of Fire y el Bold as Love. Su cara es impagable. Es la expresión perfecta del flipe. Descubrir a tus futuros ídolos. Más que eso. Descubrir una parte de la vida que te queda por vivir. Empezar de cero. El resto de la película me da un poco más igual, aparte de ver a Philip Seymour Hoffman (Lester Bangs) enloqueciendo al son de los Stooges. De Beautiful Girls y Natalie Portman ya hablaré otro día.

viernes, enero 30, 2009

FITUR 2009: Conclusiones

Este año me he reservado y únicamente he asistido a la feria un día. Conclusión clara: fantástico el embutido ibérico del stand de Fiturtech. Nuestro amigo y colaborador, Jordi Pastor, puede dar fe de ello. Si los riojas no se le han subido a la cabeza, claro. Hasta el año que viene, corazones! digooo, compañeros del sector.

Fitur 2009

jueves, enero 29, 2009

Este sí es un post interesante: la vida en el garaje

No, no voy a hablar de Mudhoney o de los Sonics, sino de párquines (nótese mi fidelidad a la voz recomendada por la RAE), esos lugares extraños con los que gente motorizada y sensible como yo tiene una relación encontrada, casi enfermiza. No entiendo que haya seres humanos que sin pensárselo dos veces, sin apenas unas vueltecitas a la manzana, encaren la rampa que conduce al submundo. Allí abajo no hay nada bueno, y encima se paga. Vaya que si se paga. Allí abajo espera un claustrofóbico estrato de hollín, humedades y ecos aterradores. Unos pasos que se acercan. Un motor en ralentí al acecho. Un runrún de motor de ventilación. Vale que entre sombras fuera escenario de las revelaciones afónicas de Garganta Profunda a Woodward y Bernstein. Vale que William Dafoe se lo montara con Madonna en El Cuerpo del Delito. Pero un párquing siempre será un párquing. ¿O no? En realidad, desde la vocación pedagógica y divulgativa de este foro, nos proponemos demostrar que un garaje puede ser otra cosa. En tiempos en los que medio palmo de plaza asfaltada bajo suelo se cotiza a precio de oro, bien vale una apuesta por el párquing moderno y racionalizado. Ya es hora de echar abajo, más abajo, la delirante distribución de estos espacios de tortura gestionados por mentes maquiavélicas y sin escrúpulos, mentes privadas o públicas. Derribemos la barrera y saludemos a una nueva experiencia.

Imágenes cedidas por nuestros amigos de Coolhunter. Cedidas o robadas, no sabría decirles.

miércoles, enero 21, 2009

Ave Obama!!

El mundo y su Imperio tienen un nuevo César. Ave Obama. Los que van a... morir? reir? mirar? perder? te saludan.
Eché en falta unas cuadrigas, unos gladiadores, unos cristianos corriendo delante de unos leones. Bueno, y a Rouco.
Larga vida al César. Hail to the Chief!! Hail USA!!

lunes, enero 19, 2009

Los años que vivieron peligrosamente

Hay lecturas que uno no quiere acabar. Por un lado devoras cada renglón con la misma urgencia con la que protagonizarías los hechos relatados pero por otro dilatas la llegada de la última página como si el final del libro supusiera su olvido o al menos el despertar de un buen sueño. Es la fantasía de la literatura, la imaginación de un mundo evocado en voz baja, un mundo soñado.

No hace falta tener en las manos Crónicas Marcianas o La Isla del Tesoro, uno puede transportarse a un escenario de fábula haciendo uso de un simple manual de entrevistas y declaraciones fragmentadas. Los piratas y la realidad alterada también se dan cita en Por favor, mátame, la historia oral del punk.

No sabría decir muy bien la razón pero hasta ahora no había resuelto una deuda pendiente: leer la que es biblia de más de una generación de criaturas que todavía rememoran aquellos años como los del fin de la inocencia. Pues bien, la deuda ha sido saldada. No voy a entrar a criticar el valor testimonial de un libro imprescindible para todo amante de la música de alto voltaje, punk o como lo quieran llamar, ni a detenerme en analizar las bondades de esta segunda edición corregida que ahora luce en mi estantería. Simplemente quiero constatar el hecho de haber regresado al instante en el que todos aquellos hijos del arroyo se incorporaron a mi imaginario sentimental y a reforzar la idea de que, una vez habiéndome topado con la palabra fin, siento sus vidas, sus andanzas y desventuras, con una familiaridad desconcertante. ¿Quién fue Dee Dee Ramone para llegar a despertar en mí algo parecido a ternura? ¿Quién Johnny Thunders además de un yonqui con estilo pero sin clase? Los ídolos caídos se amontonan capítulo a capítulo trazando una estela de vidas salvajes, ingenuas e inseguras. El nacimiento, madurez y muerte del punk aglutinó una ristra de destinos entrecruzados derrotados de antemano. Finiquitado el espíritu hippie de la década anterior, los setenta alumbraron escoria a punta de pala, barriadas infestadas de seres nacidos para perder. La música fue un bello canto del cisne dilatado en privilegiados casos pero ahogado en seguida por el efecto instantáneo de una eterna juventud de imposible ejecución. Después de aquello, de una convulsa escena neoyorquina exportada a la gris y thatcheriana London, el sonido del mundo cambió. Al menos eso dicen algunos. Lo que sí cambiaron fueron las vidas de muchos jóvenes que vieron en Stiv Bators, en Sid Vicious o en Richard Hell lo que estos habían visto en Lou Reed, David Bowie o Iggy Pop. Desde la distancia yo nunca he querido ser ellos (mentira cochina, lo que pasa es que siempre he tenido pánico a las agujas), pero mi vida sería todavía más distinta si por un instante pudiera colarme en la misma habitación donde Dee Dee, Johnny, Jerry, Sid o Ron compartían dosis, existencialismo y rock and roll.

martes, enero 13, 2009

Los tópicos

Hay que ver... Nos hemos cansado de constatar que Woody Allen era un genio incomprendido en su país mientras era adorado en Europa, y cuando va y hace una peli en España nos hacemos los ofendidos porque el tipo se pasa el rigor por el forro y se dedica a plasmar un puñado de tópicos sin demasiada profundidad de campo. Y claro, como era de esperar, es su peli más aclamada en Estados Unidos y hasta la premian en los Globos de Oro. ¿A quién le extraña? El cine de Allen siempre ha sido una colección de tópicos, sumados eso sí a sobresalientes dosis de humor negro, verborrea insaciable, crítica social, capacidad para montar escenitas delirantes y gestualidad descacharrante. Pero eran tópicos yankis. Incluso cuando mudó su caravana de rodaje a Londres eran tópicos extranjeros, ingleses. ¿O acaso no se ha dedicado desde siempre a retratar a la clase media-alta neoyorquina barajando cuatro rasgos comunes? Si antes parodiaba el psicoanálisis, el cine o el panorama teatral, luego pasó a ridiculizar la high class londinense con sus clubs de tenis, sus mansiones con chimenea y sus flemáticos paseos a caballo, para acabar ahora sacando punta a los viva la virgen cañís, hombres de pelo en pecho que beben vino hasta en el desayuno y tocan flamenquito por las noches. Y hará lo mismo si le ponen la alfombra roja en Francia, Eslovenia o en las quimbambas. ¿Woody Allen y rigor? No me hagan reír. Hitchcock no tenía ninguno y ya nadie osa dudar de su maestría. ¿Qué tendrá que ver el rigor con el cine? Lo justo, creo. ¿Por qué? Porque lo que el espectador tiene que creerse es aquello en lo que el director pone más énfasis. Los macguffins de turno son solo eso, excusas, recursos, truquitos para salir del paso. Lo que a los españoles nos ha molestado de la última película de Allen no es que construya la historia a base de tópicos sino que los tópicos sean nuestros. Si hubieran sido congoleños nos hubiéramos partido. O no. Porque ahí debería incidir la crítica a Vicky… Determinar si al bueno de Alvy se le está acabando el sentido del humor. Y eso sería trágico.

Por cierto, ya queda menos para The Road, la peli de John Hillcoat basada en la novela homónima de Cormac McCarthy, protagoniza por Viggo Mortensen, iluminada por Javier Aguirresarobe y con música de Nick Cave.

lunes, enero 12, 2009

miércoles, enero 07, 2009