miércoles, noviembre 24, 2010

Bares de carretera sin costra ni olor a fritanga



Tomen la carretera A-122, desvío en el kilómetro 45. Encrucijada entre Madrid y Barcelona, entre Valencia y Bilbao. La Almunia de Doña Godina, Zaragoza. Hay que repostar, coger fuerzas para continuar viaje. Un bar de carretera espera. Pero encontramos algo diferente a los típicos establecimientos mugrientos que siempre han garantizado en nuestra piel de toro el avituallamiento a pie de mojón. Ni rastro siquiera de los más higiénicos locales afiliados a cadenas comerciales de restauración, iguales todos entre sí, ya se pare a la altura de Despeñaperros o en plena Selva Negra. No hay neón sospechoso. No hay entrada con cortina de canutos antimoscas. No hay parroquianos apostados en la barra con la vista fija, aunque ebria, en la jamelga del pueblo, con exceso de maquillaje, delantal y un buen par pechos sin operar. No hay hedor en los urinarios. No hay pintadas obscenas ni los correspondientes números de teléfono grabados en las puertas del retrete. No hay restos de excrementos. ¡Pero sí hay papel! Claro, es lo que tiene haber llegado al Lolita, un bar de carretera muy poco usual firmado por Langarita-Navarro arquitectos.
Este par de jovenzuelos residentes en Madrid se han atrevido con un proyecto que logra romper el modelo ibérico de los pied-à-terre tradicionales. La primera impresión nada más bajarse del coche apenas vaticina nada. Unas fachadas blancas y una pintada que reza Restaurante. El tinglado se abre desde el otro lado a una extensión de grava alegrada con unos cuantos arbolillos. La estructura del espacio polivalente hace recordar los morros del hotel Aire de Bardenas o la madera cuperizada de los cubos del hotel Consolación, ambos hitos de la nueva hotelería rural provistos de paredes transparentes para conectar interior y exterior, confort y desamparo. El irregular y complejo dibujo de la planta facilita la flexibilidad de los usos del local, pensado para ser algo más que un antro moderno que de bocatas y alivio de vejiga a pie de autopista. De noche, las transparencias de los materiales, los efectos traslúcidos y la iluminación efectista materializan la visión de un club perdido de la mano de dios.



La reflexión que el Lolita, o la tendencia que pueda provocar, sugiere es la siguiente: ¿realmente estamos dispuestos a renunciar a nuestros entrañables y casposos bares de siempre? ¿Tendremos que llevar en la maleta una indumentaria adecuada para entrar en este tipo de establecimientos tan cool? ¿Qué piensan los expertos camioneros de todo esto? ¿Hacía dónde vamos? ¿Qué nos queda? ¿Eh? Eh.







Fotos: Miguel de Guzmán

miércoles, noviembre 17, 2010

Conejitas a la deriva

Esto va de mal en peor. La crisis no respeta nada, ni los símbolos más incólumes. De todos es conocida la mala situación financiera que lleva afectando desde hace tiempo a la revista Playboy. El imperio, sin el control pleno de nuestro adorado Hugh Hefner, está en caída libre. Así lo evidencian las últimas cifras de facturación que indican un descenso del 10% de sus ingresos netos para el segundo trimestre de este año. Descenso del número de tirada, reducción de la demanda de formato audiovisual, disputas legales, recortes de plantilla... La cosa no va bien y hasta Penthouse acecha con hacerse con el paquete -ya empezamos- mayoritario, ante la reciente puja del fundador del batín rojo por recuperar el timón de sus conejitas.
Pues ahora, por si fuera poco, la última tragedia es que Playboy saca a subasta la mayor parte de su colección artística. El 8 de diciembre, la sede de Christie's en Nueva York será el escenario de la escabechina que además ya ha sido titulada: The year of the Rabbit. Qué pena más grande. Además de las eternas sesiones fotográficas de Marilyn Monroe, incluida la icónica primera portada de la revista, de los desnudos de Cindy Crawford o de las mejores playmates, el catálogo abarca obras deslumbrantes de los surrealistas Dalí o Tom Wesselmann, sus famosos labios, o de Alberto Vargas, maestro del estilo pin-up.


Vale, me han pillado. Todo este rollo no es más que una excusa para poner unas cuantas fotos cachondonas.

Ante la sede, ya desaparecida, de Playboy en la Quinta Avenida de Nueva York. Efectivamente, la cara pixelada es mía.

jueves, noviembre 11, 2010

La voz de América

Tengo mucho trabajo. Me enfrento a una tonelada de música que no puedo dejar de escuchar. Tengo ante mí parte -por ahora parte, pronto será todo el conjunto- de las canciones que Bob Dylan pinchó para su programa de radio. Ya saben, hace unos años el señor de Minnesota se metió a disyoquei, tal vez porque era la única faceta dentro del mundillo en la que todavía no había dado sopas con honda al personal. De 2006 a 2009 lanzó al aire 100 ediciones de Theme Time Radio Hour a través de la emisora de radio por satélite XM. Sin entrar en estudio alguno, se limitó a despachar magisterio desde su propia casa o desde los hoteles donde se alojaba durante sus giras. El programa, artificial incluso en cuanto a la interacción con los oyentes -el locutor con bigotito recibía llamadas preparadas de famosetes y coleguillas-, abordaba con humor y total eclecticismo un tema a la semana: El diablo, los coches, las armas, Nueva York, la suerte, los nombres de mujer, el beisbol, la cárcel... Y para ilustrar cada temática, nada mejor que su enciclopédica sabiduria musical. Blues primigenio, bebop, swing, rock and roll, crooning, vodevil, country, rancheras... De todo, y todo bueno. En mis manos, dos estuches con cuatro discos cada uno, a falta de hacerme con el resto, y de ellos, ninguna canción supera la fecha de 1957. Hmmm. La elección de los intérpretes combina elecciones muy conocidas como Hank Williams, Chuck Berry, Buddy Holly, Tony Benett, Johnny Cash, Louis Armstrong, Muddy Waters, Sonny Rollins o Charlie Parker, con rarezas o artistas minoritarios como las voces de gospel The Swan Silvertones, el countryman Hawkshaw Hawkins, el rockabilly Glenn Barber, el combo de swamp pop Cookie and the Cup Cakes, el guitarrista hawaiano King Bennie Nawahi, el polifacético Scatman Crothers o la gran Sister Rosetta Tharpe. No me divertía tanto desde que adquirí en Munster las recopilaciones de los Cramps, con sus canciones favoritas de programas de radio antiguos. Un ejercicio distinto de arqueología pero igualmente delicioso.
El proyecto en cuestión se inscribe en un momento de apogeo bestial dentro de la carrera de Dylan. Sus Bootleg Series, ya va por la novena, la publicación reciente de sus primeros álbumes en versión mono, sus últimos discos en los que trasciende igualmente sus propias fronteras estilísticas, sus asombrosos directos... Así da gusto ver envejecer a los mitos. Por algo es el más grande. Les dejo, que se me van los pies.

Una vez más, gracias señor Zimmerman.

lunes, noviembre 08, 2010

Un templo de autenticidad italiana



Cómo nos ha gustado descubrir la aventura hotelera del sueco-italiano Daniele Kihlgren. El Sextanio Albergo Diffuso es una delicada intervención para alojar huéspedes en el también rehabilitado pueblecito medieval de Santo Stefano di Sessanio, anidado en los Apeninos a hora y media de Roma. Aquí se lo presentamos por si quieren esconderse al estilo George Clooney en El Americano o por si se contentan con sumergirse en una bañera de Philippe Starck en mitad de una habitación de piedra descarnada. Materiales naturales, iluminación pictórica y confecciones artesanales, tras un exhaustivo estudio de las costumbres y la vida ancestral. Un asombro en tiempos de diseños ultramodernos y destemplanzas deshumanizadas.



viernes, noviembre 05, 2010

L.A. Punk

Nos ha costado lo nuestro. Pero Tenemos la bomba de neutrones. La historia nunca contada del punk de Los Angeles no es Por favor, mátame. Entendemos que nace como respuesta a esa biblia del punk neoyorquino, que su homónimo angelino necesitaba su reivindicación en el mundo del guitarreo, el imperdible y escupitajo, pero su lectura no nos ha imantado a sus páginas como en el caso de la obra coral que nos sumergió en las andanzas de Ramones, Thunders, Dead Boys y demás escoria. Cierto, no estamos tan apegados al sonido punk de la costa oeste, ni de coña, pero es un hecho que no hay tanta chicha, al menos en el libro. Ni carnaza sensacionalista ni grandes descubrimientos, ni anécdotas demenciales ni demasiada personalidad de unos personajes menores en comparación con los mitos de la Gran Manzana. Por el libro, escrito a cuatro manos por Marc Spitz, colaborador de la revista Spin, y Brendan Mullen, fundador del club The Masque, publicado en España también por los chicos de Munster, desfilan sobre todo Darby Crash, el líder maldito de los Germs, unas jovencísimas Runaways, los chicos de X, The Screamers o los primeros Black Flag. No falta a su cita la figura de Kim Fowley, freakazo de su época, mentor de Joan Jett, Cherie Currie y compañía, padre espiritual del movimiento punk angelino, muy a pesar de unos cuantos. Lo que nos pesa a nosotros es no poder haber disfrutado de más contenido dedicado a Social Distortion, The Zeros, Los Lobos o The Blasters, todos ellos grupos del gusto de Rempámpanos. Sí que hemos encontrado material interesante de X o Gun Club, también entre nuestras preferencias, sobre todo la que lideró Jeffrey Lee Pierce y a la que dedicaremos pronto un post como se merece.
Por otra parte, de lo más interesante del libro es comprobar la decisiva influencia de Jim Morrison en todo aquel fregao. La de Bowie también. La de Iggy Pop derivada de su asimilación de las maneras del cantante de The Doors.

Nuestro recurrente viaje californiano este verano pasado nos dio para plantarnos en la puerta del Viper Room o del Whisky A Go-Go, olisquear un poco en el Boulevard y pasear por Venice Beach, pero poco más, no lo suficiente como para tatuarnos el icono del Damaged en la frente. Tras el punk guarro y amateur llegó el hardcore y el rollo skater. Pero esa es otra historia.



martes, noviembre 02, 2010

Chicas malas

Inspirado en el sofisticado mundo del hampa y, sobre todo, en sus femmes fatales, Vice Style -la web de moda y estilo de Vice Magazine- lanza un editorial con el título Fire Walk with Me. Un look contrastado de ambientación opresiva, violencia, sustancias prohibidas, sensualidad... Les dejamos con estas dos malotas.