lunes, mayo 28, 2012

The Afghan Whigs

Este jueves...


Deberíamos asistir trajeados al acontecimiento que supone la presencia de un grupo como The Afghan Whigs en España. Nos lo estamos pensando...




martes, mayo 22, 2012

MMMM, el mantra de la secta

Shhhh, no se me impacienten que ya estamos aquí. Necesitábamos un buen motivo y ayer lo encontramos en la primera cinta larga de Sean Durkin, una película que venía deambulando como un espectro por nuestras carteleras y que por fin cazamos al vuelo. Se llama Martha Marcy May Marlene y nos ha noqueado. MMMM, el mantra de la secta.


El caballero de la imagen no es otro que el actor John Hawkes, Patrick para sus acólitos de perturbación, miembros mixtos de una gran familia granjera en un Estados Unidos sombrío, naturalista y claustrofóbico. El mismo que en Winter's Bone empuñaba un banjo a pie de porche, ahora coge la guitarra y, sin apartar la mirada de su musa/presa, entona una melodía que décadas antes compuso y ya cantó Jackson C. Frank. Una pirueta de guión algo tramposa pero que al espectador le trae sin cuidado mientras inmóvil contempla el momento más estremecedor de la historia. Para dar de comer aparte a este Hawkes, actual especialista en clavar personajes herrumbrosos, afilados, truculentos. Menudo hillbilliy aquel llamado Lágrima, carne de caravana y hacha en las montañas de Kentucky. Menudo redneck hijo de mala madre que es este Manson del siglo XXI agazapado en los bosques del estado de Nueva York. Mejor nos caía aquel Sol Star, colega judío del tonto de Seth Bullock, aspirante a malote en las calles de Deadwood. Su look no es muy distinto en los tres papeles: perilla, higiene precaria y botas embarradas. Su mirada es lacerante y sus abultadas venas un sistema de cableado eléctrico a punto de descargar la tormenta. 

Luego está el asunto de la Olsen, visto lo visto la hermana no mongui del clan. Y la presencia de Sarah Paulson, a la que ya nos hemos acostumbrado los asiduos a la factoría HBO. Tejidos al ritmo de la película, fotografía y banda sonora cuadran el fresco del antes y el después en La Comunidad. Imágenes de factura polaroid, de enorme textura carnal y gran poder evocador, y las canciones de la América profunda, un folk severo, casi gótico al estilo 16 Horsepower, encajan en la belleza de una naturaleza desbordante que asfixia y dotan a MMMM del registro escalofriante que demanda el relato.  



Por no hablar del final. Perfecto. Naden en el lago. Corran por el bosque. Bonitas vacaciones en Connecticut, amigos. Que se lo pasen bien.