jueves, febrero 25, 2010

Ilumina a patadas

Ya no hay que cambiar una bombilla fundida o cuidarse de una descarga fatal por un mal casquillo. La Magic Light puede ser una realidad. Miren el vídeo y descubran una fuente de luz aplicable no sólo a una habitación de hotel sino a cualquiera de nuestros hogares. Limpia, segura... y juguetona. Antes de que incluya algunas fotos de las habitaciones zen de Arata Isozaki en el hotel Silken Puerta de América de Madrid, les dejo con este apertivo de iluminación inteligente.

Magic Light Prototype from adrian333 on Vimeo.

martes, febrero 16, 2010

Tony Soprano en el diván

"La prueba es lo que ocurre en el fenómeno de lo unheimlich. Cada vez que, repentinamente, por algún incidente fomentado por el Otro, su imagen en el Otro le parece al sujeto privada de su mirada, se deshace toda la trama de la cadena de la que el sujeto es cautivo en la pulsión escópica, y es el retorno a la angustia más basal."


Esta frase escrita por Jacques Lacan en una de sus obras dedicadas al psicoanálisis y otras muchas plasmadas por él y por los autores -o capos- de Los Soprano Forever, Antimanual de una serie de culto, dan forma a un librito que trata de servir al mismo tiempo de homenaje y enfoque a la serie protagonizada por el gánster gordinflón de Nueva Jersey que nos provoca esa simpatía por el diablo -Tony- que tan bien queda razonada por Noël Carroll, uno de los inquietantes plumillas de esta obra publicada por la editorial Errata Naturae. No podría darse otro acercamiento más recurrente al meollo de este producto televisivo que el que parte desde los significados del inconsciente, amplificando las sesiones a las que Tony Soprano acudía con la doctora Melfi. Lectura densa y complicada como todo volumen donde se destripa al Ello, al deseo, a las imágenes en el espejo o a lo simbólico en relación a lo real o a lo imaginado, Los Soprano Forever cuanto menos es una confirmación más de la hipnosis y adicción que ha provocado la historia de esta familia mafiosa en un buen número de personas y la certeza de que la televisión lleva ocupando los últimos años un lugar de jerarquía respecto al cine -"no pasa semana sin que algún intelectual de renombre diga eso de Si Cervantes/Shakespeare/Austen/Dickens/Dumas/Proust viviera, hoy estaría escribiendo guiones para la HBO"-. En Los Soprano parece encontrase todo: la familia, la religión, la violencia, la abulia, la obesidad, la depresión, el sexo, la política, el cine... Y sus adeptos, enfermos de necesidad, hacen cosas como este libro o, en su defecto, ejercicios tan delirantes como el que se puede encontrar en la web http://www.masterofsoprano.wordpress.com/ donde se analiza pormenorizadamente posibles pistas, indicios o teorías que llevan a la conclusión de un posible asesinato de Tony oculto en el magistral final de la serie. De El Padrino al 11-S, de las inocentes palabras de David Chase a la reconstrucción plano a plano de la última secuencia. Reconozco no haber leído ni la mitad de semejante pajote mental, pero no dudo de su valor testimonial. Pirados hay en todas partes, y Los Soprano generan ese efecto.

jueves, febrero 11, 2010

Quiero ser George Clooney

... o su colega, lo que sea. Vale, es imposible, sobre todo lo de parecerme a él, pero es verdad, ¿por qué no soy capaz de odiar a este señor? Es la encarnación de la perfección y eso debería irritarme, pero ahí tenemos una cualidad más de su impecable paso por el mundo de los vivos. El hombre más atractivo del mundo debería ser otra cosa. Un tonto a las tres, un pringao, un bobo, un ideal consorte de la Spice pija. Pero no, resulta que el señor más atractivo del mundo es un actor genial, con un gran talento para la comedia, es también un buen director de cine, un hombre que sabe rodearse de personas interesantes, y para joder más la estadística, es un progre de tomo y lomo, uno de verdad, un tipo que combina sensatez y algo parecido a la solidaridad o a la sensibilidad por los más desfavorecidos, o algo así. Un asco. Pero nos cae bien.
No hace más que asomar por la pantalla y ya me estoy partiendo. Da igual lo que haga, una media sonrisa de las suyas, un careto de clown, un susurro, un cortejo. Me hace reír, como a las chicas. Qué horror. ¿Dudas en mis sentimientos? No sé, creo que no porque -menos mal- sólo me pasa con él. Clooney, ¡te quiero! Perdón, lo decía en sentido muy machote. Pero es verdad, ayer ví Up in the air y la peli sin ser nada del otro jueves me encantó. ¿Por qué? Por él. Mira que hay herederos de Paul Newman, de Steve McQueen, reencarnaciones de Marlon Brando, imitadores de De Niro o de Pacino. Pero no hay nadie que nos recuerde a Cary Grant. Nadie excepto él. Alguien que no se tome en serio a sí mismo y que al mismo tiempo tenga una personalidad arrolladora, sea un conquistador nato y un tipo creíble. Clooney es todo eso, un actor capaz de salir indemne del ridículo, capaz de enamorar a ella y a él, un vividor al que el traje le sienta muy bien. Cary Grant era así. Eso es muy difícil de imitar.

martes, febrero 09, 2010

Bienvenidos al zoo

La noche temática de La 2 siempre es un buen caladero de freakadas que ponen la palambrera del revés. Mi repentina senectud me permitió plantarme un sábado por la noche delante de su última edición, dedicada al culto a la fama. En una de sus piezas documentales el protagonismo corría a cargo de los reporteros de la prensa rosa norteamericana, en especial un capo de nombre Règis Navarre, ex-corresponsal de Le Monde en la costa oeste y hoy en día responsable de uno de los chiringuitos más rentables de la caza al famoso en Hollywood. Un tipo con un empleo más o menos interesante y respetado que decide abandonar para montar un emporio mucho más jugoso basado en la rapiña, la busca y captura de presas con gafas de sol, la venta de instantáneas capturadas mediante métodos de comando de fuerzas especiales pero cuyos objetos a retratar en vez de ser instalaciones enemigas o puestos estratégicos son celebrities, carne de quirófano deambulando por Sunset Boulevard, paseando el chucho por Melrose o saliendo de un salón de belleza de Rodeo Drive. A su cargo, el tal Navarre tiene un ejército de noventa paparazzi, incluidos videopaparazzi -una nueva raza con nuevas posibilidades- y hasta ¡mendigos a sueldo! Ya se sabe, los homeless son invisibles y resultan ideales para estas misiones. Claro, que una vez que cobran la pasta que su jefe les paga por sus servicios -unas cuantas fotos tiradas desde su puesto anónimo sin ningún conocimiento técnico, ni falta que hace- supongo que dejarán de estar tirados en la calle y abandonarán su condición de invisibilidad social. Bueno, el caso es que como empleador este tipo no tiene precio. Tipo inteligente, a buen seguro con inquietudes que van más allá del despiadado ejercicio de su ruin trabajo, consciente de la banalidad del contenido de su rutina diaria pero capacitado para montar un operativo tecnológico que consigue optimizar su pequeña gran industria. Cómo mola ser bueno en algo estúpido, me pregunto. Despojarse de todo escrúpulo y arrojarse a la selva que en este caso representa la ciudad de Los Ángeles, posiblemente la más hostil y deshumanizada del mundo libre. Persecuciones, accidentes, peleas entre los reporteros a guantazo limpio en plena calle... Todo vale, absolutamente todo por pescar la exclusiva. La primera foto de la calva de Britney Spears y adiós competencia. Precisamente una de las escenas más espeluznantes de lo visto en el programa tiene que ver con esta número uno del ranking, justo en el momento en el que se afeita la cabeza. Un chivatazo y uno de los mercenarios del teleobjetivo tira unos cuantos disparos. La gente se agolpa en la calle. Ahora la freak de las freaks se está haciendo un tatuaje. Los medios empiezan a lanzar sus flashes. Las teles enfocan a sus reporteras recauchutadas porque la noticia es una bomba. Decenas y decenas de personas esperan la salida de la cantante. Todos están pirados, los de dentro y los de fuera de la jaula. La presa sale y se introduce en su vehículo escoltado por gorilas. El episodio se convierte en un pelotazo para la agencia de Règis Navarre. Las revistas y programas de todo el mundo pagan cantidades millonarias por las imágenes. Esto se ha convertido en un LA Confidential con cero glamour. Una mirada oligofrénica de la mujer de Beckham y un par de balbuceos en un aeropuerto o a la entrada de una boutique valen un dineral. Un trote con las cachas al aire de Paris Hilton otro tanto.

Como escribía el otro día en El País Barbara Celis acerca del misterioso Salinger, el raro no era él por querer huir de los horrores del mundo convencional, los raros son los otros, los que se apostaban delante de su casa para poder verle un segundo. Él no quería formar parte del zoo.


viernes, febrero 05, 2010

Pecado mortal

Antes de nada, saludos y disculpas por el abandono al que he sometido a este foro durante los últimos días. La razón de peso es una razón viajera además de mis escasas ganas por conectarme a la red desde latitudes lejanas. Qué saludable es la desconexión total, ya sea virtual o real, el romper el hilo que te une con la información, con el día a día, con (glups!) las redes sociales, con los medios de comunicación que te dispensan la dosis rutinaria de datos y malos rollos, esos pildorazos que sacian nuestra sed de querer formar parte de un todo interconectado en forma de sociedad moderna. Qué coño, qué bien sienta no encender la televisión en diez días. Luego llegas a casa, abatido por un agotador periplo de aviones y escalas, y es lo primero que haces. Porque es tu instinto. La llamada de la selva catódica. La dronga hertziana. Y vuelves al mundo de siempre, despiertas del letargo. Los gilis de toda la vida no se han cogido vacaciones, siguen ahí al pie del cañón. Las noticias de siempre siguen ahí. Los males no cesan. En fin, que ya estamos listos para continuar con nuestro rol dentro de esta maquinaria dulce que nos hace ser fuertes en la gran ciudad. Qué fea es la gran ciudad, por cierto. Bueno, que seguimos en crisis, ¿no? Vale, que no me entere yo que ha cambiado algo.

Los niños en el parque

Tras este pequeño desahogo, el verdadero motivo de este post era el de reflexionar sobre un sentimiento que me asalta de vez en cuando. Es malo que te cagas y se llama envidia. Hace unas semanas me corroyó un poco cuando ví a algunos de mis colegas cuadrarse un conciertazo en la sala Boite de Madrid. Esta noche preveo sentir algo parecido cuando los niñatos de los Arctic Monkeys hagan de las suyas en el Palacio de Vistalegre. Porque no puedo evitar sangrar por dentro al ver cómo unos tipos con espinillas hacen musicota como el que lava, y me da en la nariz que una cosa es verlos y escucharlos enlatados y otra tenerlos enfrente. Nunca he sentido envidia de Elvis Presley. Ser como él sería insoportable, una auténtica movida. Pero ser un pelín como Alex Turner y ser capaz de hacer un disco como el que esta semana reseñamos en la columna derecha del blog debe ser la hostia. Desde luego, no le deseo todo el bien que quisiera para mí si estuviera en su lugar. Porque la envidia sólo puede ser así, asquerosa y sucia. Eso nos hace más humanos. Dicen.

Los niños quieren ir de guapos. ¡Pues no lo son! Hombre, por favor, sólo faltaba eso