 Ayer pude por fin ver el documental Inside Deep Throat (Dentro de Garganta Profunda) y, si bien, no se mete (perdón) de lleno en la miga de la peli, sí refleja a las claras algunas claves del percutor del cine porno y, de paso, muestra a la sociedad norteamericana tal y como era (y sigue siendo). América y su eterna dualidad: el entretenimiento y el progreso frente a la represión y la moralina paleta. De un lado, el entrañable director de la película, Gerard Damiano, con sus pantalones hasta los sobacos, contando con la inocencia de un chaval aquellos momentos de diversión y bajo presupuesto. De otro, los actores, con Linda Lovelace al frente, su bajada a los infiernos y su triste final en
Ayer pude por fin ver el documental Inside Deep Throat (Dentro de Garganta Profunda) y, si bien, no se mete (perdón) de lleno en la miga de la peli, sí refleja a las claras algunas claves del percutor del cine porno y, de paso, muestra a la sociedad norteamericana tal y como era (y sigue siendo). América y su eterna dualidad: el entretenimiento y el progreso frente a la represión y la moralina paleta. De un lado, el entrañable director de la película, Gerard Damiano, con sus pantalones hasta los sobacos, contando con la inocencia de un chaval aquellos momentos de diversión y bajo presupuesto. De otro, los actores, con Linda Lovelace al frente, su bajada a los infiernos y su triste final en El documental, narrado por Dennis Hopper, expone también la decadencia de un género que surgió como divertida respuesta generacional. De los amiguetes, el descubrimiento del sexo y unos pocos dólares se pasó a la monotonía de una inmensa fábrica de dinero, carente de ideas y eminentemente siliconada. Y es que ya sabemos que la contracultura murió, a pesar de Jack Nicholson y Warren Beatty, dos de los capos de la época y defensores de los vilipendiados integrantes de tan entrañable película, tan revolucionaria como El último tango en París.    
 




 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
