miércoles, enero 09, 2008

GANGSTA-STYLE

En las librerías aparece el libro Los Verdaderos Gangster en el Cine y en las carteleras la última peli de Ridley Scott, American Gangster. Va a ser que el hampa está de moda. Salgo de ver la película y necesito reposar. Tras dos horas de metraje no tengo muy claro si lo que he visto me gusta o no. A veces me pasa. Un par de cervezas y un pitillo más tarde me voy dando cuenta de que puede que el veredicto vaya a ser negativo. Lo sabía. Sabía que no podía confiar en el señor Scott. Sabía que la primera mitad de su carrera quedaba muy lejos, anclada en la memoria con nostalgia pero también con asombro hasta el punto de llegar a sospechar sobre la verdadera autoría de un puñado de obras maestras y peliculones de nuestra infancia.
La factura de American Gangster no es del todo rebatible. La interpretación de sus dos famosos actores desborda profesionalidad. La historia es jugosa. ¿Qué coño le falta o le sobra entonces a una peli donde se juntan tantos factores tan atractivos a priori? En mi opinión le sobra metraje, aunque no es el peor de sus defectos pues las horas pueden pasar volando si la dicha es buena. El ritmo, de una densidad sostenida en sensibles altibajos y arreones que incluso coquetean con el letargo, tampoco ayuda. También le sobra ambición, la de un tipo que anda a la búsqueda de Óscar tras Óscar y pretende, a través de una recopilación de planos y secuencias arquetípicas del género, legar su particular El Padrino o Godfellas –mientras Coppola trasciende el género y Scorsese lo representa en su quintaesencia, Scott se limita a fusilarlo al pie de la letra-. Y ahí es cuando percibo lo que le falta. Le falta alma. Y magia.


Eso sí, háganse con el último disco de Jay-Z. Ése sí que es un trabajo a la altura.

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