martes, junio 06, 2006

Viajamos a Barna, en busca de una nueva edición del Primavera Sound y no recibimos todas las dosis de buena mierda que tanto ansiábamos. En parte porque llegamos el segundo día de madrugada con lo que no pudimos ni temblar con los eructos de Lemmy ni flipar a nuestras anchas con Yo La Tengo ni hacer el tontón al ritmo de Yeah Yeah Yeahs, ni enamorarnos de la triste melodía de Richard Hawley, ni ná de ná. Eso sí, nos dio tiempo a llegar al circo de dibujos animados de nuestros adorados Flamin’ Lips. Pero claro, puede que fuera el peor concierto del festival. Yupi, albricias y zaireekas. Siejque... El sonido más deficiente del fin de semana, Wayne Coyne ronco pero feliz, demasiadas interrupciones, discursos interminables, poca música y mucho confeti... Una pena pero así se nos dio. ¿Sabes cuándo empieza un concierto más que ansiado con la canción que siempre soñaste que abriera el show, te pones a botar como un poseso y a los diez segundos te tienes que parar porque te das cuenta de que la cosa va mal, de que tú vas a un ritmo distinto del impuesto por la banda? Pues eso pasó, y con el Race for the Prize de fondo. Y, a pesar de todo, fue bonito porque se les ve contentos, satisfechos de su bacanal de color y chorrada cósmica, de sus baladones enchiclados y de su espectáculo manga, con alienígenas a la izquierda y papanoeles a la derecha. Y eso es lo que importa. ¿El resto del festival? Destacamos a Shellac y el ambientillo maquinero-ratoneril en la zona chunda-chunda durante la noche-amanecer del sábado al domingo. Gentuza a mansalva, ajena a la clientela festivalera, macarruzos hasta el cerebelo de speed, desfasados charneros con peinados baratos y cuerpecito bakaluti. Ay, con lo que esto era...

No hay comentarios: