miércoles, septiembre 27, 2006

Momentos de tensión, censura e ira.






Vivimos tiempos difíciles. Cuántas veces se han encabezado editoriales con esta dichosa frasecita. Pero no podemos negar que llevamos demasiado tiempo con la seguridad, los riesgos, la libertad y los recortes de derechos individuales a cuestas. Un coñazo. A Pepe Rubiales le amenazan de muerte, el Ratzinger Z incendia medio mundo y ese medio mundo se dedica a echar más gasolina. ¡Ah, la libertad de expresión! La libertad del artista, la libertad de confesión, la libertad con mayúsculas, la libertad,
la libertad... Los niveles de susceptibilidad se disparan, lo políticamente correcto guía la vida moderna y los férreos principios de los hombres rectos son los que nos sujetan a la tierra en momentos de turbulencias y huracanes pseudoideológicos. Mi discurso es un poco diferente al machacado tantas veces: mis principios están difuminados, mis finales más aún, no tengo una idea clara acerca de nada en concreto, mis valores son limitaditos y cada día pienso de manera diferente. Soy de lo más influenciable, mi percepción de la realidad está altamente distorsionada, creo que el respeto está sobrevalorado y, sobre todo, manoseado, y no siendo apolítico –porque nadie lo es- descargo mi frustración con cada espectro parlamentario. En fin, puede que la institución católica tenga razón y España esté poblada por más gente como yo, gente perdida y anarquista. Pero oye, yo quiero formar una familia –de verdad, no es coña-, ¿eso no cuenta?

1 comentario:

Anónimo dijo...

anda, pues yo pensaba que eras un hombre recto y con principios... vaya desilusión.