lunes, diciembre 18, 2006

Nueva York, siempre kilómetro cero

Tenía pendiente estas líneas desde que volviera de mi viaje otoñal a Nueva York. Siempre que vuelves de allí regresas con un impulso irrefrenable de contarlo, de poner por escrito las vivencias y emociones suscitadas, y casi te pones a ello en el mismo avión. Y esta vez te ves abocado a hacerlo porque has vuelto a encontrar lo que andabas buscando y es que, sin parafrasear el himno de U2, tengo que relativizar las agresivas palabras vertidas por Wayne County en la popular revista wuakanrolera Ruta 66. El marchoso y andrógino personaje se despachaba a gusto en la entrevista donde arremetía contra el recorte de libertades individuales impulsado por un gobierno, a su juicio, fascistoide cuya onda expansiva había entrado de lleno en la Gran Manzana. Sin cuestionar la validez de muchas de sus afirmaciones y sin haber buceado en las pantanosas aguas de la juerga underground neoyorquina para constatar su parálisis permanente, es de recibo continuar inflando la leyenda de la ciudad por excelencia. Y es que Nueva York sigue siendo Nueva York, a pesar de la ley anti-tabaco y del 11-S. Pasear por Central Park, desempolvar bibliotecas de arriba abajo, comprar discos después de irte de copas, andar sin rumbo fijo, pasar desapercibido, ver a los Knicks en el Madison –o el desastre que son hoy día-, disfrutar de Williamsburg, tararear Autumn in New York. Todo esto y mucho más es Nueva York, el kilómetro cero del mundo. Para siempre, espero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para experiencia neoyorquina sin igual, corre de un extremo de la ciudad a otro buscando museos cerrados o inexistentes. Eso sí que mola