viernes, enero 26, 2007

JESUS ARMY

Acaban de estrenar en la televisión un documental escalofriante: Campamento Jesús. De fondo, los tentáculos de la iglesia evangélica en la Casa Blanca. En primer plano, la revelación de una serie de familias volcadas en la causa evangélica, que no es otra que la de reclutar niños para una causa todavía más siniestra: moldear soldados capaces, al igual que en otras latitudes, en otras épocas o en otros regímenes, de morir y matar por la palabra de Dios. La dureza y la validez de esta película radica en su sinceridad, en introducirnos sin complejos en la cotidianeidad de este grupo extremista, en el testimonio directo de reclutadores y reclutados. Y el peligro de la existencia de esta organización y de este caldo de cultivo no es considerarles una secta más, donde una serie de sinvergüenzas se aprovechan y se enriquecen de la situación, el canguelo que suscita es comprobar que estos tipos, al menos algunos, creen firmemente en tan sombrío fundamentalismo. Son los fanáticos perfectos.

Y, por si fuera poco, asusta su concentración de poder, una inercia favorecida por la administración republicana. De hecho, aparece la figura de Ted Haggard, el antiguo presidente de esta iglesia y antes consejero en la sombra del equipo de gobierno, que deja bien claro la enorme relevancia en las urnas de ese supuesto 25% de la población norteamericana que forma parte de las filas evangélicas. Millones y millones de pirados radicales al servicio de una idea apocalíptica. El señor Haggard fue relevado de sus funciones por ciertos escarceos con drogas y efebos a su cargo.

Otro de los ejemplos de la expansión de esta metástasis es la introducción en el Tribunal Supremo del juez Alito, un capo de la radicalidad más chiflada pero decisiva en la política de los Estados Unidos. George Bush aparece como el gran salvador, el sincero adalid de la voluntad cristiana. Un Bush sonriente de cartón y a tamaño natural sirve de excusa para su veneración en la campamento. Sus teorías creacionistas, en contra de las versiones científicas de la aparición del hombre en la tierra, así como su lucha antiabortista, es sustento para el paletismo de esta gente. Al grito de: “¡qué sienta vuestra guerra!”, los fieles y descerebrados adeptos se convierten en niños predicadores, pequeños seres de impresionante locuacidad, de verborrea fácil, de cerebro impecablemente lavadito. Los mismos resortes aberrantes con que en otros países se construye la guerra santa, aparecen en los cimientos de la sociedad norteamericana. Enaltecimiento de las masas para crear firmes principios rayanos en la irracionalidad. Parala amenaza. Su emisora no es muy tranquilizadora, pero por lo menos observamos a un cristiano que cree profundamente en la separación entre la iglesia y el estado. Algo es algo. poner un poco de cordura a tanto delirio, se nos presenta a un locutor como el único capaz de denunciar y advertir

Momentos también de mucho estupor son los dedicados al rock cristiano y a la gordinflona que está al frente del campamento en el instante en que bendice monitores, sillas, electricidad, presentaciones de Powerpoint ante la presencia inquietante del maligno. Pero lo que más yuyu da es ver levitar, sollozar, gemir, chillar de locura a niños y niños marcados para siempre con el estigma de unos padres cabrones y chalados.

“¡Esto es la guerra!” Será japuta la tipa...

jueves, enero 25, 2007

Por fin, REDD KROSS: corto, incómodo pero casi perfecto

Ayer fue uno de esos días. Si uno no quería faltar cuando se pasase lista había que estar en la sala Joy Eslava de Madrid. De ahí que el céntrico teatro de copas se hiciera pequeño a ojos vista ante la avalancha de público ávido de reeditar las buenas sensaciones que los Redd Kross dejaron en su anterior visita a España en el festival Azkena. El caso es que yo ni siquiera estuve en Vitoria, con lo que mis expectativas y mis nervios estaban disparados. La sala, decimos, por muy elegantona y acorde al espectáculo colorista de la banda californiana no está preparada para este tipo de eventos. Demasiados puntos ciegos, una pista muy limitada, unos palcos tan sólo aptos para las primeras filas, una engorrosa zona vip... Pasto de la tortícolis y los pisotones, por tanto. Críticas aparte, el sonido sí juega a su favor, y más con este grupo. Tras el consiguiente retraso, los hermanos McDonald y compañía aparecieron en escena y durante poco más de una hora dieron buena cuenta de su exquisito repertorio. Una lección de versatilidad y talento, de originalidad y energía, de frescura y melodía que dejó satisfechos a casi todos sus fans. ¿Algún hit de su primera etapa?, ¿El Pretty Please Me? Puede ser, pero nada que reprocharles. El Annie’s Gone y el Bubblegum Factory del Third Eye, el Crazy World y el Jimmy’s Fantasy del Phaseshifter, el Girl God y el Follow the Leader del Show World... Y el espectáculo de observar en vivo las evoluciones de una banda feliz y compenetrada. ¿Para qué pedir más?

La evolución de Redd Kross les hace ser aún más una rara avis. Si bien, su estética y su actitud permanece todavía en el encanto adolescente, su música recorre desde el feísmo garagero al power pop pluscuamperfecto, pasando por el hard rock, el glam, el ñoñopop o el mismo hardcore. A veces en una misma canción. La madurez insuperable. Como los hijos bastardos de los Beatles, como los herederos de Slade, como la visión calidoscópica de Kiss. Hubo, por tanto, sudor, coros, americanas de color chicle, bolón de espejos, posturitas made in Steve y Jeff McDonald, virtuosismo, sonrisas aniñadas, picardía a sus cuarenta y tantos tacos... Joder, si es que hace nada tenían treinta añitos. Joder, si hace nada nosotros teníamos veinte añitos. Joder...

Sólo nos queda esperar la llegada de su prometidísimo último álbum, tras diez años de sequía en estudio.

jueves, enero 18, 2007

LOS HOMBRES DE LA CULTURA: “LOS ARTISTAS"

De nuevo en la palestra. Tras el “No a la Guerra”, tras el 11-M y otras oportunidades de reivindicación, la plataforma de “nuestros” sabios representantes de la cultura regresan a las portadas de la prensa política y social. No se lleven a engaño, no les voy a llamar “titiriteros” –no deberían sentirse a disgusto con esta evocadora palabra-, para eso ya está el señor Losantos. Tampoco se asusten, aquí no somos adláteres del ínclito locutor copero. Lo que pasa es que, a pesar de no estar en plena sintonía con las ondas obispales –me viene a la cabeza la palabra “abisales”, no lo puedo remediar-, sí estamos más que hartos de las proclamas de los actores y demás gente de bien. Más que sus proclamas, su parapeto y la etiqueta que desde hace tiempo se han empeñado en pegar sobre él. Lo que más nos irrita en este foro no es que una serie de personas se posicione en contra o a favor de alguien, se coloque al otro lado de pancartas comprometidas con causas nobles, eleve su voz cual corifeo progre. Nanai, no se trata de eso. Allá cada cual.

Lo vergonzoso es que estos individuos se autoproclamen “hombres de la cultura”, “artistas”, algo que llevan haciendo demasiado tiempo. Igual estoy equivocado pero me da la sensación de que ese calificativo pesa lo suyo y no debería aplicárselo para sí nadie que no haya pasado por una serie de filtros impepinables: el público, por un lado; la historia, por otro; el análisis concienzudo de gente especializada en la materia, por otro más. Y, aún así, resultaría feo hinchar el pecho y enseñar el carné de “artista”, en plan Conchita Velasco. Mucho más cómodo es refugiarse en las faldas de un Pepe Sacristán o un José Manuel Caballero Bonald y, por ende, autodenominarse “artistazo”, “gente de cultura”. Hay que tener valor, hace falta mucho rostro. ¿Acaso a usted no se le ha puesto la gallina de piel cuando han presenciado la típica persecución de prensa rosa y el famosote de turno se ha girado a cámara con cara de ira y nos ha espetado a todos: “¡¡Dejen a los artistas en paz!!”? O cuando en una situación más sosegada, sin cortarse una miaja, ha puesto los ojos en blanco y se ha limitado a pronunciar: “Es que la vida del artista es mu dura” Y tú, flipando, que no te salen las cuentas de los discos que ha vendido la tal o el cual famoso. Ayyy, lo que hay que aguantar. Porque claro, ¿es que todos estos prohombres, sabios y lumbreras de nuestra cultura tienen que ser de izquierdas?, ¿es que no se puede ser director de cine, o escritor como Dios manda, o poeta de toda la vida, y ser de derechas? Pobre Norma Duval. Que Frade haga algo, ya.

martes, enero 09, 2007

Reflexiones en plata y en píxel

Ando a vueltas con retoques, trabajos, cursos, filtros y pinceles dentro de mi particular ascensión a fotógrafo de ratón y a diseñador de tijera. Mis siguientes impresiones acerca de la revolución digital en el mundo de la fotografía vienen suscitadas por un breve reportaje aparecido recientemente en El Semanal de El País titulado: “La estética Man Ray” y, que no hacen sino confirmar algunas de las opiniones vertidas por ciertos profesionales y alguna que otra conversación con amigos escépticos.
Siempre me he considerado un amante del laboratorio, la ampliadora, la cubeta y el negativo, empecé en esto con pesadas y rotundas analógicas y aún hoy tengo que saciar de vez en cuando el mono a inhalar mi buena dosis de Rodinal concentrado. Sin embargo, la patada en la puerta de la versión digital y su aliado y herramienta estrella, Photoshop, ha revolucionado el campo aficionado y profesional. Imposible sustraerse a ello, a pesar de que Chema Madoz siga utilizando el mismo esquema y la misma cámara de toda la vida o que Ouka Leele viera amenazado su particular visión de fantasía y color. Tan válidos son sus testimonios como los de muchos otros que han querido y sabido dar el paso o, en su defecto, han establecido alianzas y diálogos entre la fotografía de ayer y de hoy, que tal vez sea la misma, pero liberada de engorros, incomodidades y, sí, romanticismo.
Ahí puede estar una de las claves para que tantos y tantos hagan oídos sordos y prefieran subsistir en el pleistoceno. Hasta ahí, nada que objetar. Otra cosa muy distinta es aceptar o no la democratización de la fotografía –simples reparos sin demasiado impacto real- o enarbolar ese supuesto romanticismo atribuyendo a la fotografía digital valores que no tiene en propiedad exclusiva. La manipulación de imágenes y realidades suele ser la crítica más repetida, pero como bien reflejaba el reportaje de Man Ray, la fotografía es eso, manipulación. No en vano, tal vez el primer fotógrafo de la historia elevado a categoría de autor-artista, fue un perfecto manipulador, un mago del corta y pega, de las reinterpretaciones, del retoque. Pero claro, su biografía está en blanco y negro y Man Ray es intocable.
Hacer una foto significa tomar un montón de decisiones, es decir, alterar lo que para uno representa una realidad pero que para su vecino representa otra. O acaso, ¿hay una realidad unívoca? Picar el encuadre, tirar a la altura de la cintura o a la altura de los ojos, elegir un angular o un 50 milímetros, acoplar al objetivo un anillo ámbar o azul, un filtro ultravioleta o polarizador, hacer uso de una cámara lomo ¿no provocará imágenes distintas, a veces lejanísimas entre sí? Pues no se hable más, porque entonces habría que empezar a despachar el tema de la calidad y habría desmayos.

Manipulen, que es gerundio... o no.