lunes, agosto 11, 2008

Un Mundo Raro

Como sabemos que nos han echado de menos, no quiero dejar pasar ni un instante más sin levantar la barrera de clausura por vacaciones en este foro repampaguente. Resacoso y exhausto, uno afronta la vuelta al cole con poco ánimo y justita ilusión. ¿Qué hacemos aquí otra vez? Sentar cátedra, pensarán. Instruir y encauzar conciencias, se dirán otros. No les falta razón, pero es que no apetece ni gota, oigan.
En fin, con México perdido en lontananza, pero intacto en nuestro corazón, y también bien metidito en nuestro hígado, páncreas, estómago y conductos intestinales, aquí estamos de nuevo para dar cuenta de algunas desventuras, de historias propias y ajenas, de dislates comunes y pasiones variopintas. Y la primera en la frente, pues el lunes amanecía con la triste noticia de la muerte de Isaac Hayes, uno de nuestros padrinos en el arte amatorio y de la canción orquestada. El pobre nos deja a unos tiernos 65 años. No somos nada. Me acuerdo de su decepcionante show en el Via Jazz de Collado Villalba hace unos pocos veranos y me entristezco. Del fucker sedoso y del Moisés negrata quedaba ya bien poco.
Pero basta de desgracias –qué es una guerra de pelo en pecho como la de Osetia o qué es perder esperanzas de medalla en tiro con arco- porque todavía perdura el recuerdo de un mundo extraño y freak donde los haya, de licores de hombres y de melodías sentidas, de paisajes rotundos y clima hostil. México lindo y querido, les diré que llegué de un mundo raro, que no sé del dolor, que triunfé en el amor y que nunca he llorado (grito de mariachi de fondo). Pues eso, ahí queda.

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