martes, febrero 09, 2010

Bienvenidos al zoo

La noche temática de La 2 siempre es un buen caladero de freakadas que ponen la palambrera del revés. Mi repentina senectud me permitió plantarme un sábado por la noche delante de su última edición, dedicada al culto a la fama. En una de sus piezas documentales el protagonismo corría a cargo de los reporteros de la prensa rosa norteamericana, en especial un capo de nombre Règis Navarre, ex-corresponsal de Le Monde en la costa oeste y hoy en día responsable de uno de los chiringuitos más rentables de la caza al famoso en Hollywood. Un tipo con un empleo más o menos interesante y respetado que decide abandonar para montar un emporio mucho más jugoso basado en la rapiña, la busca y captura de presas con gafas de sol, la venta de instantáneas capturadas mediante métodos de comando de fuerzas especiales pero cuyos objetos a retratar en vez de ser instalaciones enemigas o puestos estratégicos son celebrities, carne de quirófano deambulando por Sunset Boulevard, paseando el chucho por Melrose o saliendo de un salón de belleza de Rodeo Drive. A su cargo, el tal Navarre tiene un ejército de noventa paparazzi, incluidos videopaparazzi -una nueva raza con nuevas posibilidades- y hasta ¡mendigos a sueldo! Ya se sabe, los homeless son invisibles y resultan ideales para estas misiones. Claro, que una vez que cobran la pasta que su jefe les paga por sus servicios -unas cuantas fotos tiradas desde su puesto anónimo sin ningún conocimiento técnico, ni falta que hace- supongo que dejarán de estar tirados en la calle y abandonarán su condición de invisibilidad social. Bueno, el caso es que como empleador este tipo no tiene precio. Tipo inteligente, a buen seguro con inquietudes que van más allá del despiadado ejercicio de su ruin trabajo, consciente de la banalidad del contenido de su rutina diaria pero capacitado para montar un operativo tecnológico que consigue optimizar su pequeña gran industria. Cómo mola ser bueno en algo estúpido, me pregunto. Despojarse de todo escrúpulo y arrojarse a la selva que en este caso representa la ciudad de Los Ángeles, posiblemente la más hostil y deshumanizada del mundo libre. Persecuciones, accidentes, peleas entre los reporteros a guantazo limpio en plena calle... Todo vale, absolutamente todo por pescar la exclusiva. La primera foto de la calva de Britney Spears y adiós competencia. Precisamente una de las escenas más espeluznantes de lo visto en el programa tiene que ver con esta número uno del ranking, justo en el momento en el que se afeita la cabeza. Un chivatazo y uno de los mercenarios del teleobjetivo tira unos cuantos disparos. La gente se agolpa en la calle. Ahora la freak de las freaks se está haciendo un tatuaje. Los medios empiezan a lanzar sus flashes. Las teles enfocan a sus reporteras recauchutadas porque la noticia es una bomba. Decenas y decenas de personas esperan la salida de la cantante. Todos están pirados, los de dentro y los de fuera de la jaula. La presa sale y se introduce en su vehículo escoltado por gorilas. El episodio se convierte en un pelotazo para la agencia de Règis Navarre. Las revistas y programas de todo el mundo pagan cantidades millonarias por las imágenes. Esto se ha convertido en un LA Confidential con cero glamour. Una mirada oligofrénica de la mujer de Beckham y un par de balbuceos en un aeropuerto o a la entrada de una boutique valen un dineral. Un trote con las cachas al aire de Paris Hilton otro tanto.

Como escribía el otro día en El País Barbara Celis acerca del misterioso Salinger, el raro no era él por querer huir de los horrores del mundo convencional, los raros son los otros, los que se apostaban delante de su casa para poder verle un segundo. Él no quería formar parte del zoo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

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Thanks in advance and good luck! :)