lunes, septiembre 20, 2010

¡No te la menees en Delawere!

¿Qué nos deparará el futuro? Los agoreros catastrofistas del nuevo siglo y los visionarios futuristas del pasado se han venido dedicado a pintar un mundo feo feísimo, cada cual desde su óptica, reduccionista y casi siempre interesada la primera, desgraciadamente certera la segunda. Sin embargo, tenemos hoy indicios para pintar una tercera vía poco explorada en las predicciones de unos y otros. El puritanismo más pacato empieza a tener demasiados adeptos y sólo la chufla y el descojoncio ayudan a la gente normal a tragar semejante bola. Un nuevo caso es el maremoto que empieza a causar ese conjunto de rednecks forrados de pasta que se esconde bajo el pintoresco nombre del Movimiento Tea Party. Nos quejamos nosotros de nuestras rencillas históricas y estos tipos se bautizan a sí mismos con una etiqueta nacida en el siglo XVII. Glups. Entre las muchas muestras de presión ejercidas sobre el cada vez más pálido Obama, e incluso sobre el mismo Partido Republicano, inventan una nueva al lanzar al estrellato a una clon de la Palin, esta vez con sede en el Estado de Delawere, la tal Christine O'Donnell cuya más destacada credencial es luchar a saco contra la masturbación. Por supuesto, la flamante y sonriente ganadora de las primarias empuña el catecismo de rifle, Biblia y abolición del estado, tres vértices atizados en forma de ira divina en un sólo rayo que también contiene sus correspondientes ingredientes de homofobia, racismo, ultracapitalismo, pánico bolchevique y alguna que otra lindeza nacida al calor de un hogar ultraconservador, esculpida en el seno de una familia con valores donde el fanatismo siempre es bienvenido. Y el dinero, que estos casi nunca andan cojos. Sin entrar a analizar si el Partido Demócrata, a la larga, se beneficiará más o menos del ascenso popular de este tipo de piradas con traje de chaqueta, si el Partido Republicano está siendo igualmente perjudicado en todo este embrollo que esconde cantidad de intereses económicos, si estas luchas al final servirán para purgar extremismos, lo que nos fascina una vez más es la capacidad de América -nos gusta sentir la inercia de tomar el todo por la parte- para dar espectáculo entendiendo también que este tipo de fenómenos -de Obama a la Palin- no son en sí mismos contradictorios del todo, sino que son el resultado de la incuestionable idiosincrasia de un pueblo que lleva el abanderamiento de sus propios ideales, sean cual sean, en los genes. El individualismo sigue su curso. Y el rebaño detrás. Una predicadora del mal con pinta de ama de casa sureña nos apunta con el dedo. Ni se te ocurra meneártela en mi estado. Aunque sea uno de los de más tradición ilustrada y liberal del país. Ay, Labordeta, qué raro eras al otro lado del charco, qué poco te parecías a estas señoras yanquis con moño.

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