lunes, junio 18, 2007

El fútbol es la polla

Ayer por la noche, minutos después de acabar la jornada liguera y con los bocinazos de mis vecinos moratalacíes entonando el alirón, le comenté a mi compañera, amante, novieta, amiga y enemiga deportiva cual iba a ser el título con el que iba a abrir mi blog al día siguiente. Este “El fútbol es la polla” no pareció gustarle y me sugirió su preferencia: “El fútbol es así”. Demasiado obvio, plano, demasiado insuficiente para describir la grandeza de un deporte bárbaro y bastante absurdo que, en estas últimas semanas, ha alcanzado unas cotas de rareza no observadas por un servidor en muchos años, tal vez nunca. No voy a ocultar mi forofismo culé (otra vez Vázquez Montalbán vuelve a inspirar parte de lo aquí expuesto como ejemplo del seny más popular y menos burguesón de la afición blaugrana), ni mi consiguiente antipatía madridista, ni mi histerismo cardíaco. Tampoco mi concesión al recuerdo de unas ligas ganadas en rocambolesca e hilarante resolución de última hora. Las cartas sobre la mesa.
Pero lo que me induce a titular este lunes con semejante ordinariez se debe a mi incredulidad, a mi intacta capacidad para no dar crédito a lo que ven mis ojos y escuchan mis oídos, ese carrusel beodo de inexplicables resultados, de jugadas imposibles, de piruetas del destino deportivo. Pero todo desde el punto de vista barcelonista, el de los eternos segundones y llorones, que en el fondo saben/mos a qué están/tamos predestinados y que son/somos conscientes de que su/nuestro yan siempre amenaza hasta en el éxtasis de la victoria. Y es que el fútbol es la polla, señores. Sin más. Es la frase que creo mejor resume este sindiós.

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