No es que nos haya afectado tanto el aniversario de la muerte del pobre Elvis como para no haber encontrado en todos estos días nada potable que llevar a este bloc bitacoriano. No es eso. Y no es para tanto. Simplemente, la vida a veces no te pide este tipo de ajuste de cuentas periódico.
Escribo esto no sin rumbo fijo, pues el motivo que me impulsa de nuevo a este confín de la nada es escuchar en las ondas precisamente un espacio de intimidad a medianoche, un reducto al final de la calle llamado La Madriguera, el nuevo programa de Diego Manrique, esta vez en RNE 1. Como complemento a su Ambigú, esta vez el periodista nos abre la puerta de un club distinto, más pausado, abierto al susurro de otros temas colaterales a la música, y un club donde se fuma más. El humo del tabaco no se empasta en el decorado tan bien como a estas horas de la noche.
La Madriguera se estrena hoy y ya nos ha puesto a tono. Un poco de Sinatra, otro poco de la Fitzgerald, un tanto de Dean Martin que sirve de preámbulo a una disertación sobre lo cool… No ha querido abrir parloteando con una declaración de principios. Sus intenciones han quedado bien claras. Ha venido a interrumpirnos la velada con un telón confidente y que promete ser fiel. Larga vida a La Madriguera.
¿Puede parecerse la nueva Joni Mitchell a la canaria Rosana? Perdón.
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