lunes, diciembre 22, 2008

Estrellas del espectáculo

Una de las muchas muestras de talento expresivo mostrado por el presidente a lo largo de su mandato

Confirmado. Al tiempo que una nueva era irrumpe desde Washington, otra parece quedar atrás. El todavía presidente norteamericano, George Bush, prepara la mudanza y pronto le veremos salir por la puerta cargado de cajas al más puro estilo broker en paro. A buen seguro regresará a su rancho, se enfundará unos viejos vaqueros y se calará su sombrero preferido para volver a su antiguo estilo de vida en su querida Texas. El aprendiz a Ranger otra vez en casa. Un pena. Sí, en serio, una pena porque ya que ostentar el título de gamberrete del nuevo siglo parece haberle salido gratis, qué menos que aprovechar sus potenciales virtudes para engordar los contenidos de la comedia televisiva del país. Hablo de que este hombre debería dedicarse al mundo del espectáculo, si es que no se ha estado dedicando a él durante los últimos ocho años. La misma opinión me merece la sorprendente capacidad para la autoparodia exhibida por Sarah Palin en el programa Saturday Night Live (a propósito, tras el repunte de este gran clásico del humor yanki, aquí sufriremos una versión cañí). Si es que van a tener su parte de razón esos milloncetes de votantes crudos y obesos –después de salir la Palin a la palestra también obsesos- que por dos veces auparon al poder al hijo tonto y que lo intentaron con la atractiva gobernadora de los guiños a cámara. Si al final van a ser uno de los nuestros, o uno de los suyos, en cualquier caso uno de tantos, uno con el que podemos irnos de cervezas o una a la que podemos confiar la educación de nuestros hijos porque es franca, directa y nada engreída, una de la calle. Sin segundas.

A raíz de sus memorables cameos en el programa, de su demostrado sentido del humor frente al de, por ejemplo, una estiradísima señora Clinton, y a la publicación la semana pasada en El País Semanal de un fantástico reportaje firmado por Manuel Vicent, George W. Bush ante el pavo de plástico, en el que se arrojaban razones argumentadas pero también visuales para sostener la tesis de estar ante el presidente más nefasto de la historia de los Estados Unidos, no puedo sino rogar para que ambos reconduzcan sus futuras vidas. George, Sarah: tenéis carrera, valéis mucho, vuestras muecas y chistes de mal gusto son impagables en una sociedad aplastada por el buenismo y la obamamania. Todo el mundo ahora quiere ser negro. Bueno, café con leche, tampoco hay que pasarse. Os necesitamos. Lejos y en la tele, claro.

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