miércoles, diciembre 03, 2008

Una del oeste

En estos días, vivo entregado al western. A mitad de lectura de Meridiano de sangre, de Cormac McCarthy, enganchado a las tres temporadas de Deadwood y con Appaloosa recién cocinada, mi universo se ha trasladado al lejano oeste. Sin embargo, las expectativas generadas por la peli de Ed Harris no han sido del todo cumplidas. Una obra con todos los mimbres para ser algo grande –un director interesante comprometido con una historia, unos actores colosales, un género atractivo y adaptable a ellos- parece quedarse a medio camino en un ni fu ni fa. Leo la crítica de Carlos Boyero y acierto a reconocer parte de sus puntos de vista, pero el cine tiene algo intangible capaz de pellizcar o no las primeras emociones del espectador frente a la pantalla. Si no lo hace, remontar es difícil. A mi Appaloosa no me pellizcó nada. Como mucho, la mofletuda Zellweger hizo removerme de incredulidad en la butaca.

No pasa eso con Deadwood, donde la puesta en escena es invisible y perfecta, donde el sudor, la sangre, el barro y el whisky salpican de verdad haciendo uso de su efecto más corrosivo. Appaloosa, en ese sentido, aporta una cara más lavada y light de la vida en la América inhóspita de finales del XIX. Aunque para reverso tenebroso nada como el relato violento de Meridiano de sangre, un libro sombrío y crudo como el rostro de su escritor, un tipo que no hace prisioneros. La construcción del país representada por un comando de hijos de puta con la misión de pasar a cuchillo a varias civilizaciones enteras es mi recomendación para estas próximas navidades. No, para el Día de Acción de Gracias recientemente celebrado en las casas de todo yanki de bien. Qué mejor regalo para entender la fiesta de agradecimiento al pueblo indio que la historia de su propio genocidio.

1 comentario:

Dario dijo...

No he visto Appaloosa, pero tengo ganas. De Deadwood, casi totalmente de acuerdo, me encanta, aunque su truculencia y algunos de los personajes (Calamity Jane, por ejemplo) me parecen a veces forzadetes.
Meridiano de sangre es una deuda pendiente que tengo: me hice el valiente comprándolo en inglés (con usted y Mr. Cepas en NY, de hecho)y tuve que dejarlo. Entre el inglés casi arcaico que usan los personajes y todos los palabros relacionados con vaqueros, ganaderos y forajidos, no me enteraba de la misa la media