jueves, diciembre 18, 2008

La historia más grande jamás contada

¿La mejor banda sonora del cine?

Érase una vez en América es una de esas películas que forzosamente requiere más de un visionado. Además de la exigencia a la que el espectador se somete por un largo metraje y una trama ensamblada por continuos saltos temporales, no muere con los títulos de crédito sino que se prolonga en la mente mucho más tiempo del aconsejado. El cabrón de Leone nos legó una obra tan mastodóntica que no descansa nunca, perdura con el paso de los años y su leyenda sigue agitando los cabos sueltos que el director quiso desatar. Eso es tener sentido del humor.
Aunque gran parte de los admiradores de Érase una Vez en América no tengan en gran estima la carrera del gigante romano, protagonizada según estos por títulos adheridos para siempre al detritus almeriense de serie b, no pueden sino rendirse ante la evidencia de su obra póstuma, tan hercúlea y personal que pareciera coincidir con su plenitud e inmediato ocaso, como si verla trocear por los tijeretazos de la industria americana hubiera sido tan insoportable que casi decidiera dejarse morir. Ni Al rojo vivo, ni Scarface, ni Godfellas, ni siquiera El Padrino, tienen un tratamiento parecido en el que el director logre un acercamiento tal a sus criaturas, las llegue a cuidar con el mimo con el que Leone acaricia a personajes entrañables pero despojados de escrúpulos, rateros venidos a más, asesinos y matones. Aquellos que traicionaron la esencia de un trabajo sincero y universal, capaces ellos de estrangular una epopeya de esa magnitud y de luego proyectarla en dos raquíticas horas de historia lineal, pervirtieron el alma del cine, la misma que habitaba en aquel al que siempre tuvieron que haber llamado maestro.
Los ojos acuosos y cansados de Robert De Niro contemplan las fotografías que reflejan toda su vida, porque su anterior vida es toda una, y se dan cuenta de que no ha conservado nada, ni la amistad, ni el amor, ni el dinero. Los que no han visto nunca Érase una vez en América se pierden la película de mafiosos más nostálgica y sentimental que se haya hecho nunca, un gran pedazo de tarta, un festín cuyo argumento se cuenta y se contempla a través de un agujero en la trastienda, pero cuya tesis, como muchas otras veces, tiene que ver con la construcción de un país.

- ¿Qué has hecho durante todos estos años?
- Acostarme temprano.


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