lunes, julio 27, 2009

Viva la cocina molecular, Francisco y Chimo Bayo

Regreso a Valencia casi un año después de nuestro último encuentro. Esta vez no nos adentramos en la capital del Túria sino que nos desviamos al norte dirección Sagunto y emprendemos viaje de interior, de huerta, parque natural y valle frondoso, el de Palancia. Guiados por la columna de humo y la flota de hidroaviones que tratan de sofocar el incendio más devastador de la provincia en este fin de semana abrasado, llegamos a Algimia de Alfara, con su pueblo simétrico, Alfara de Algimia, a unos pasos. A ambos flancos, La Calderona y la Sierra d'Espadá. En medio, un vergel cuajado de buganvillas, glicinas y naranjos. Nuestro hogar por un par de noches en las que reina el silencio conventual resquebrajado con las claritas a ritmo de gallo despertador. Qué digo claritas, antes de las seis de la mañana ya estiran el gaznate y hacen vibrar la campanilla para comunicarse con sus vecinos. Qué majos ellos, qué madrugadores. Por lo menos otros congéneres emplumados nos han dado sustento al permitirnos dar buena cuenta de sus ovodeposiciones. Huevos escalfados de gallinácea del Japón. Huevo frito de pava real. Manjares de toma pan y moja. Es parte de los placeres impartidos en El Secanet, lugar casi secreto pero voceado de boca a oreja, como un tesoro invisible al alcance de los dedos. No cuento más, mejor rastreen ustedes, investiguen, formen parte activa de su concepto revolucionario. Chitón, no lo griten. Shhhh, en bajito. Que sí, que forma parte de la misma tierra en la que Francisco, ese hombre que de puro alcoyano es todo voz de himno valenciano, brincara de la nadería al estrellato de cuarto y mitad de víscera, y de la misma tierra que vio nacer a Don Joaquín Bayo, de sobrenombre Chimo y de profesión entretenedor y mezclador de la fiesta.
Valencia, de todo menos aburrida. Valencia, de tó menos indiferente. El siguiente capítulo podrá versar sobre el mundo de las niñas mascachapas y las playas de color hez. Por cierto, se confirma: ponga en Valencia un puesto de implantes mamarios y hágase millonario.

2 comentarios:

Dario dijo...

Ponga usted unas cuantas fotos de mamas implantadas y convénzame de ello

El turista dijo...

Tiene usted toda la razón, no doy pruebas, pero es cierto como que el sol sale por Antequera o que Valencia es una tierra tranqui total. Prometo un estudio a fondo para la próxima vez, así como imágenes y documentos sonoros de las nenas mascachapas: valencianas de pro, de tez renegría, normalmente camareras de temporada en hostelería familiar (chiringos y similares), de enormes mamas (naturales o, la mayoría, regalos de papá) y simpatía natural (ironía: te atienden mascando chicle compulsivamente y te perdonan la vida mientras te sirven el tinto de verano o el gintonic).