domingo, octubre 18, 2009

Ay, Madrid, Madrid



Lloyd's: hileras de ascensores panorámicos y módulos de lavabos


Ejecutivos en la City

Un caballero ondea frente a mi parabrisas una enorme bandera valenciana. Un autobús pro-vida casi me tritura a su paso ciego en retirada tras ejercer militancia en la manifa. Mi no entender nada. Sábado por la tarde en el centro de Madrid y a duras penas consigo hacer acto de presencia en el último día de la exposición dedicada a la obra del arquitecto Richard Rogers, en el CaixaForum. El último humanista, como se le ha llegado a calificar, ha disfrutado de una muestra colorista, pedagógica y luminosa, como su trabajo. Bajo la ecuación de LUZ+VISTAS, el arquitecto británico amigo de Foster y Renzo, y seguidor de Frank Lloyd Wright, se autodefine como arquitecto del jazz, en oposición a Palladio que no era sino “música congelada”, por entender la arquitectura como algo abierto a la evolución, sin limitaciones. La flexibilidad destinada a que en el futuro las cosas puedan ser cambiadas de manera natural. Fanático de la sostenibilidad del diseño, sus edificios forman parte de la renovada cara de Londres, mientras para España ha legado desde la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas a las bodegas Protos. Fábricas, viviendas prefabricadas, centros culturales, estaciones de transporte, algún hotel. Cualquier proyecto es susceptible de servir a la ciudad, de mejorarla sin tener que alterar con petulancia su esencia. Además, como ha pasado en Roma, una iglesia puede ser la mejor discoteca. Sin limitaciones, como hemos dicho.
Por otra parte, se agradecen los postulados que rigen su dinámico estudio: ser solidario con el entorno y el medio ambiente, no aceptar encargos destinados a fines bélicos, ceder parte de sus beneficios a causas benéficas, división equitativa y transparente de los dividendos… Y al tajo en bicicleta, que el mismo autor del Pompidou ejemplifica. Así da gusto trabajar. Con gente como Rogers (y, lo siento, no puedo reprimirme, con gente como Woody Allen en cuya última película se escuchan descargas como: “Dios era un decorador gay”) no está todo perdido. Un repaso a la columna de Javier Marías en El País (“si tanto desean unos Juegos Olímpicos, prueben a hacer lo que nunca han hecho, y tal vez tengan suerte a la próxima: dejen la ciudad en paz, déjenla vivir, respirar, estar limpia, trabajar, descansar. Acaben con su estrépito, cierren todos sus boquetes de una vez, quiten de en medio los martillos neumáticos y las tuneladoras, y entonces quién sabe.”) y el domingo se hace más llevadero.
Hasta mi vuelta de Estambul, amiguitos.



La T4 de Barajas

No hay comentarios: