Ay, el mundo anti-sistema, qué feote que es. ¿Seguro? Calimotxo y esvásticas tachadas. ¿Seguro? Anarquía y birra fría. ¿Seguro? Así era en mis tiempos. Bien, la cosa ha cambiado. No vamos a adentrarnos en el argumentario ni en los postulados ideológicos de los grupos tocapelotas que infectan la moral bienpensante de nuestras sociedades occidentales. Como somos algo más frivolones, nos contentamos con servir de escaparate de un trabajo que, a nuestro juicio, está muy bien hecho. Se trata del trabajo en la sombra de un ejército de diseñadores gráficos, autodidactas o no, dibujantes, creativos en general, al servicio de la causa activista.
En España, movimientos organizados desde asociaciones como
Pornolab o la Fiambrera Obrera invaden las calles y la red -y hasta el cielo, como así hicieron al llenarlo de globos fálicos con los colores republicanos con motivo de la boda de su alteza el Príncipe Felipe y Doña Leticia- de carteles, flyers, pasquines, viñetas y demás formatos (audio)visuales como vehículos de su acción protesta. Los responsables de estas asociaciones, que desde sus talleres okupados por ejemplo lamentan la instrumentalización de los barrios urbanos como el caso del triBall madrileño, tan guay él, han sabido reciclarse y en ocasiones valerse de las herramientas que el sistema utiliza para propagar y difundir sus mensajes. El Photoshop ahora es su fiel aliado, un arma poderosa.
Porque queridos míos, siempre hay que dar buena imagen. Aunque sea para liarse a hostias o atizar conciencias. ¡Por Bakunin que sí!
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