martes, julio 11, 2006

Adieu Zidane!! Te fuiste y no te llevaste el bochorno contigo. Todo lo contrario, nada más embestir al porco Materazzi el termómetro empezó a registrar dígitos impensables. A resguardo en tu vestuario rezaste por un apagón, pero el daño estaba hecho, las cámaras te habían cogido para siempre y tú ya no podrás levantar como capitán eterno de los bleu la copa de los dos señores sosteniendo un planeta dorado. Un penalti de ensueño y un final en la final de pesadilla, la cara y la cruz del mito con cabeza franciscana. Y por fin el Mundial, ¡gracias a Zoff!, se esfumó en la bruma italiana, de confeti agridulce y noche sofocante. Y nos dejó tardes como la de hoy, encendidas en gris infierno, a 50 grados sin sol ni sombra. Madrid nunca tuvo una cara más sofocante, un asfalto más pegajoso y una piel más derretida. Un chorro de aire frío enlatado, de olor metálico y agarre denso, sopla sobre mi cabeza desde el extractor prehistórico de esta oficina. Pero el sudor se palpa al otro lado de la ventana, la angustia del alquitrán deformado impide la respiración y el refugio. Escucho Minas de Cobre de Calexico en mi reproductor. No ayuda, pero ambienta. Un bálsamo árido que por lo menos deja el chorreo de las trompetas mariachi. No ayuda, como tampoco la despedida de Zidane. ¡Que alguien nos salve de este estío implacable!

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