lunes, julio 24, 2006

Huyendo de más festivales, del FIB concretamente, este pasado fin de semana partí no os creáis que a sus antípodas geográficas, que va. Puse dirección levante y recorrí parte de la costa bakaluti con hambre de sol, paz y algo de snorquel. Hacía tiempo que no descendía por la vía que enlaza Valencia y Alicante y ya casi no recordaba el fastuoso espectáculo de repoblación urbanística que en curioso equilibrio de convivencia con la huerta valenciana viene dando sombra a la carretera desde tiempos remotos. Ir dejando atrás paraísos del desarrollismo estival como Gandía, Denia o Jávea te hace replantear por unos instantes tu itinerario y te tienta a pisar a fondo y no dejar la carretera hasta la punta del Cabo de Palos, allí en la Manga del Mar Menor. Lo quieres ver todo. Desmesuradas urbes en vertical, capitales levantadas en la fiebre del oro, megalópolis de cemento que representan nuestro particular Wild West, en este caso, Wild East... Salvajadas y tropelías contra el medio para unos, las vacaciones definitivas y eternas para otros muchos. El skyline costero, en primerita fila de ola mediterránea supone la primera opción visual, pero uno no puede sustraerse a la contemplación de las infinitas formaciones pseudoalienígenas que tupen cada colina, cada promontorio, cada resquicio de metros cuadrado con vistas al mar. Una presencia amenazante de poderío y chachismo adosado. No hay control, el caos está servido desde que tengo uso de razón veraneante y la verdad es que impresiona. Por azares del destino, del Destino Ediciones quiero decir, cargo en la maleta con la última novela del desaparecido Félix Bayón, “De un mal golpe”, un libro de intrigas policiales y corruptelas urbanísticas ambientado en la Marbella reciente pero previa al escándalo de la operación Malaya. La realidad supera grotescamente la ficción de unas páginas amenas y refrescantes en clave noir cañí. Como en la Costa del Sol, la Costa Blanca cuenta con su trinchera infranqueable, donde los nengs campan a sus anchas y la silicona se bambolea al sol sin rubor y sin contemplaciones. Encontré lo que andaba buscando, un fin de semana de paz y tranquilidad en este pedazo de nuestra España diversa.

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