miércoles, marzo 14, 2007

La Dalia Negra, más oscura que negra

Ayer ví la Dalia Negra, la última peli de Brian De Palma y que pasó por nuestros cines hace ya algunos meses. El hecho es que no me enteré de gran cosa –influye que gran parte de los diálogos se me escaparan por la deficiencia del sonido, y es que la piratería no es perfecta, amigos- pero me da que tampoco es especialmente relevante para enjuiciar el conjunto. Está bastante claro que De Palma ha querido aprovecharse de la buena acogida que tuvo LA Confidential, basada también en una novela de James Ellroy, pero que se ha quedado a bastantes cuerpos de la peli que dirigiera con mejor pulso y tino Curtis Hanson. En aquella encajaban con más soltura las piezas del rompecabezas, la narración era más fluida y, sobre todo, los personajes y las interpretaciones que de ellos se hacían, resultaron tener mayor solidez. Russell Crowe, Guy Pearce y Kim Basinger –con la inestimable presencia de Kevin Spacey y Danny DeVito- no obtiene respuesta en el triángulo de La Dalia Negra, con una Scarlett Johansson ridícula y poco creíble. Ni siquiera la puesta en escena y la construcción de la acción me impresionaron como así pensaba que iba a ocurrir con un director que siempre envuelve sus trabajos en una factura impecable. Deficiente no es, ojo, pero salvo algunos tics de su catálogo violento y visual no me supo a gran golosina para sus fans. (Curiosamente, en estos días se proyecta El Buen Alemán, de Soderbergh, otro de esos caprichos que el buen director lanza sin mucho más que ofrecer que el divertimento de él y sus colegas. Porque una vez más, el envoltorio prima sobre la historia. Y para ver esta peli prefiero Sin City, la verdad) Una pena, pues a priori no parece sencillo encontrar un mejor director para llevar al cine las historias obsesivas del escritor nacido en Los Angeles. No faltan las intrigas de Hollywood, el sexo en sus formas más peligrosas y censuradas de la época, la voz en off, las pesquisas policíacas, la truculencia y la negrura de los años cuarenta. Pero eso es cosa de Ellroy.

Otro día hablaremos de aquellos escabrosos acontecimientos en los que se basa la novela. Como dice el protagonista: los ricos viven de forma diferente y mueren también de forma diferente.

Por cierto, curiosa la comparación de los dos carteles, ¿no? Casualidades...

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