lunes, noviembre 24, 2008

El final

Llevaba esperando escribir este post desde la misma inauguración de la bitácora. Más de un año después de la emisión del último capítulo de Los Soprano y tras al menos tres años enganchado a sus entregas en DVD, por fin he llegado al final de la serie. Como ven, este blog siempre pegado a la actualidad. Con todo, la cosa merece un comentario.
Sin apenas referencias del desenlace, habiéndonos mantenido casi al vacío desde que la HBO echara el cierre al producto televisivo más impactante de los últimos tiempos, los mismos amigos que nos hemos acompañado en esta gran odisea catódica iniciamos ayer el ritual definitivo de sentarnos frente a la tele. Un brindis y el Woke up this morning retumbando de nuevo a lo largo del recorrido de Tony desde el túnel de Lincoln hasta su casa de Nueva Jersey. El último paseo.
El capítulo se convierte en un desfile más o menos evidente de los principales personajes que nos han traído de cabeza temporada tras temporada, despedidas emotivas o tajantes, broches enmarcados y olvidos decepcionantes. El Made in America amortigua la acción contenida y, a veces furiosa, del capítulo anterior, preámbulo de una guerra que nunca tiene lugar. La desaparición de algunos nombres clásicos de la saga, los asesinatos que empezaban a sucederse con mayor celeridad y truculencia, la tensión cada vez más irrespirable, auguraba un colofón épico. Sin embargo, la vida de Tony se reduce a su célula más próxima, a una cena de cafetería con su mujer y sus dos hijos. A la americana. Un final perfectamente imperfecto, uno interruptus, un no-final, una coña marinera nos deja para terminar boquiabiertos. El morbo y la ansiedad nos pedían un tiroteo, una matanza, una apoteosis violenta que exorcizara para siempre el alma maldita del capo y padre de familia. David Chase, como dios creador del mito y tras ocho años de llevar de la mano a Tony Soprano, decide mandarlo a la eternidad fundiendo a negro, dejando que la solución se resuelva en la más estricta intimidad, sin la mirada adicta de millones de espectadores. Maldito cabrón. Qué bien lo hizo todo.

Esta escena, al más puro estilo Coppola, puede significar perfectamente una síntesis y epílogo de Los Soprano. Un milagro.

1 comentario:

Dario dijo...

Cualquier final hubiera sido frustrante, pero este tiene mucha mala hostia. Qué perro más listo este Chase...