martes, noviembre 10, 2009

Los cómicos

Seguimos con él. Con López Vázquez. Este fin de semana, como homenaje, hemos querido repetir el ritual del otro día y pegarnos un buen atracón de cine ibérico del bueno. De primer plato, El pisito. De segundo, Un millón en la basura. Ambas películas, de Ferreri y Forqué respectivamente, destilan todo aquello que hizo de José Luis López Vázquez un actor versátil e icónico, un rey de la tragicomedia. Tanto en el neorrealismo de finales de los cincuenta como en la comedia costumbrista y sesentera de inocente moraleja y ambientación navideña, López Vázquez se movía con maestría, con su cara de español. Como bien escribió Carlos Boyero, “hay actores que podrían ser de cualquier parte, pero Alberto Sordi solo puede ser italiano, Jean Gabin francés, Wayne norteamericano, López Vázquez español.” El pase doble es uno de tantos que podría repetir sin cansarme, no sólo con López Vázquez como estrella invitada sino con unos cuantos actores y actrices de la España en blanco y negro que de vez en cuando conviene desempolvar aunque sea como mero ejercicio de arqueología. Precisamente, Elvira Lindo titulaba a su columna de este domingo en El País El reparto de mi vida para rendir su particular tributo a toda esa gente que durante décadas y generaciones ha formado parte de nuestra fauna más cercana y familiar, los rostros de nuestros vecinos, de nuestras tías, de la portera, de la chacha. Protagonistas y secundarias, en películas malas, pasables o maestras, las caras y voces que formaron parte de esa colección irrepetible pertenecen al patrimonio cultural de un país. Unos arrastraban el inmenso bagaje acumulado durante el rico periodo de la República, otros se tuvieron que conformar con arrastrarse sin más en los fríos y grises años de la posguerra. Cada cual con su historia, su propia verdad, todos ellos con la intención de trabajar en un oficio que siendo tan digno como el de ahora, no se exponía a las mismas candilejas ni a las mismas tentaciones. Eran otros tiempos, mucho peores por supuesto, pero en los que sencillez, experiencia e ingenio eran conceptos menos ignotos que en los actuales días de intérpretes imberbes flasheados como ídolos de masas. Qué sí, que hubo un niño ruiseñor y algún engendro más de la España del caudillo, pero hablo de comparar aquellos cómicos con el reparto de ahora, incapaz de sostener a los más sabios que en seguida han sido arrinconados por el sistema. Total, puestos a ser nostálgicos, ¿cuál sería el reparto de vuestra vida? No vale poner a otro abuelo que no sea Pepe Isbert.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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