lunes, mayo 10, 2010

Un robo con nostalgia

Este fin de semana se volvía a la escena del crimen. Otra final y los fantasmas de un equipo perdedor. En 1996, París fue escenario de uno de esos atracos deportivos que hacen historia. Cuando faltaba menos de un minuto para que el Panathinaikos se alzara con el título de campeón de Europa, uno de sus jugadores más célebres, el insigne Giannakis, perdía un balón absurdo que botando, botando fue a parar a manos de Montero cuya reacción, iluso él, fue la de soltar una inocente baldejita que hubiera dado un vuelco al partido. Con cuatro segundos en el cronómetro, el bicharraco Vrankovic se alzó hasta contactar con el balón e impedir la canasta. Aquel balón tocó claramente el tablero pero el árbitro principal prefirió dejarlo correr y dejar que se esfumaran las esperanzas de un equipo que se había estrellado año a año contra su destino. De las finales memorables con Kukoc de verdugo a la paliza de un año después de ese fatídico tapón precisamente antes Olympiacos, el rival con el que se medio vengó ayer la afrenta pasada, hasta por fin ser campeones por primera vez en 2003. Un camino extraño y memorable que merece ser recordado.

Para siempre quedará este documento con Ramón Trecet en pleno ataque de histeria.



Curiosamente y casi sin precedentes en el deporte mundial, la FIBA envió una misiva en la que proclamaba al Barça "campeón moral" de la contienda. Esta carta se exhibe en el museo del club como una de las reliquias más codiciadas de su trayectoria llorona.

2 comentarios:

jaume dijo...

Ya ves, a nosotros nos las quitan y a vosotros os las dan.Força Barça

El turista dijo...

Querido Jaume: ¿quiénes son nosotros y quiénes vosotros? Para aclararnos.