martes, agosto 10, 2010

Gainsbourg, el provocador. Gainsbourg, el seductor.

Érase un hombre a una gran nariz pegado. Debajo de ella, un cigarro perenne. Sobre la gran nariz y el cigarro humeante, unas bolsas que acumulan noches insomnes de piano y sábanas revueltas. A los lados, enormes orejas para un ser tan insignificante. Una gabardina. Un susurro. Con esta breve descripción uno podría empezar a conocer al personaje, pero ni siquiera la película Gainsbourg, vida de un héroe puede hacer que conozcamos de verdad a Lucien Ginsburg, esa criatura inclasificable capaz del éxtasis y del sonrojo. Sin embargo, la primera película del historietista Joann Sfar es un entrañable y original acercamiento a la biografía del compositor francés sin llegar a ser un biopic al uso. Sin triquiñuelas ni obsesiones cronológicas, el director elabora un personal y onírico colage desde su visión de fan y la cosa funciona. El armazón del (anti)héroe queda indemne gracias al asombroso mimetismo de Eric Elmosnino –veterano de la escena gala-, un auténtico clon del músico capaz de tener su misma caída de ojos pero también de interpretar sus temas sin ceder peso artístico. Por su parte, las féminas que acompañan al devorador de mujeres embellecen aún más la puesta en escena, cuidada y clásica a la vez sin llegar a sobrepasar los 700 planos en total. ¡Menuda está Laetitia (curiosamente una canción del mismo Serge Gains) en su papel de la Bardot! Una pena la tragedia de Lucy Gordon, que encarnó a Jane Birkin poco antes de quitarse la vida. Además, en la peli no falta el humor, socarrón, cirroso y hasta infantil del protagonista y de su misma familia. En definitiva, un delicioso entretenimiento veraniego para detenerse un rato o alargar las noches calentorras que nos asolan al compás de los susurros de este pequeño gran refinado cavernícola.


Uno de los episodios más insolentes de Gainsbourg. La pobre Whitney Houston empeza a saborear el precio de la fama.



Voilà! Gainsbourg quema en directo un billete de 500 francos.



Voilà! Gainsbourg arremete con una versión reggae de La Marsellesa que creó un pelín de polémica. Cuando pujó por el manuscrito original del himno pudo demostrar que realmente tenía razón al cantar "Aux Armes et Caetera (A las armas, etcétera)"



Su Nazi Rock del disco Rock Around the Bunker


El Bonnie&Clyde con la Bardot.

Un hotel de lo más particular.

En contacto desde muy temprano con la cultura y las artes, Gainsbourg en seguida también empezó a frecuentar las calles y el ambiente del lumpen. El surrealismo, su encontronazo con Boris Vian y el redescubrimiento de sus dotes para la música acabaron de moldear al personaje. La mezcla agitada con talento en un contenedor que a la vez se autocastiga le convierte en un príncipe feo pero irresistible, galán y despojo, poeta y bufón. Todo un mito.

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