jueves, octubre 21, 2010

¡¡Oh, dios, líbranos de ella!!

Mira que nos gusta mirar lo que pasa ahí fuera con ojo de Mondo Brutto, pero es que hay cosas que nos extirpan el humor. El Madrid de Mou, por ejemplo, o la presencia catódica de una criatura diseñada para hervir a borbotones la sangre de la patria. La sangre de unos y la de otros, claro. Se trata de una habitual, no es nueva ella en esto de la agitación masiva, precisamente porque es la que mejor representa el testigo que la difunta Encarna de nuestras entretelas cedió a sus discípulos. Mucha mala baba y orgullo ultramontano. Encarna se reencarna -je, qué nivel- en ella aunque no es lo mismo, porque como Encarna nadie. Ella era el carisma con pelucón platino. A hostias, pero menudo carisma tenía la tipa. Y bueno, Cristina -que así se llama nuestra prota, como habrán imaginado- no tiene tanto de eso. Ni su innata capacidad de manipulación de las clases más feas y miserables. Pero por sus venas corre sangre germánica, y eso le da un saber estar recio y con aplomo. De eso no hay duda. Su corpulencia es lo de menos -no tiene el nervio que consumía las carnes de su maestra- y es que no vamos a ir por ahí, dios nos libre. Bueno, dios nos libre de ella, decíamos al principio. Porque el susodicho, Él, no envío la plaga y algo tendrá que hacer, digo yo, que no somos tan díscolos y no nos merecemos tamaño -perdón de nuevo- castigo.
Nos ha rebrotado esta úlcera debido a lo que vimos y escuchamos ayer nada más levantarnos de la cama. Como contertulia de un programa mañanero, la señora hacía balance de los nuevos nombramientos ministeriales del Gobierno de la Nación -fíjense en mi respetuosa utilización de las mayúsculas- hasta que llegó al de una tal Pajín que, dicho sea de paso, no es ni de lejos santa de nuestra no muy devota devoción. Total, que la susodicha doña se quedó a gustito. No contenta con llamarla niñata se destapó con las siguientes palabras: "su principal mérito es ser una gran abortista". Oh, yeah. Dicho argumento le valió para guiar su furibunda mirada hacía el resto de mujeres sin prole que ocupan cartera de ministra. Ahí está la clave de todo el caos en el que se ve sumido el país. Las mujeres de La Moncloa no tienen hijos. Y ya se sabe con esas... Todo rematado con una sonrisa relamida de la que se cree calculadora en el envite. Demasiado elegante estuvo el brasas Revilla, el superpresi cántabro que comparte debate con semejante lengua de fuego hecha moderna mujer cristiana del siglo XXI, al no poder corresponder más que con un simple: "pues sí que es fuerte lo que ha dicho", mirando ojiplático a la ojiplática presentadora que no tuvo más remedio que refugiar a su invitada al amparo de la libertad de expresión.
En fin, hay también que tener en cuenta que la pobre lleva tiempo enfurruñada al haber sido desplazada de su espacio de tarde en las Ondas Populares a los fines de semana, episodio de pataleta y lloros en las faldas de Rouco incluido. Acudió a él nada menos. Claro, su jefe, aunque rascó poco, a tenor de los resultados. Menuda está la Cope últimamente.
El caso relatado nos recuerda aquel memorable número 35 del Mondo Brutto, el Especial Reaccionario. En él Galactus y Grace trazaban un perfil de la macha cabría -del que supongo estará muy orgullosa doña Encarna, allí donde esté- en el que se aludía a datos tan ciertísimos como el de ser "madre de familia numerosa, ultra católica, ultra conservadora, de genio vivo y opiniones recias y fuertes", "la enorme locutora fundamentalista a mechas, se vende como la campeona de lo políticamente incorrecto", o "seguidora fanática de Comunión y Liberación". Semejante energúmena llegó en sus buenos tiempos a tener como invitado estrella a don Aquilino Polaino -no es un personaje de Escobar, advertimos-, un muy sabio profesor universitario encomendado a la buena causa de enderezar la conducta homosexual. Efectivamente, ¡como aquellos de los que hablamos en nuestro post dedicado a Brüno! Haberlos, haylos, incluso entre nosotros. Por todo ello, alzamos nuestra mirada y nuestra voz a las alturas: ¡¡oh, dios, líbranos de ella!!

Nos da tanto repelús que preferimos no reproducir gráficamente su tornasolada figura. Nos dacantamos, por tanto, por una imagen algo más alegórica y no tan impresionable.

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