Notodohoteles se lo ha currado. Esta gente sí que sabe. Pinchen la foto y vean ¡Ayayayyyyyyyy! (interjección mexicana por excelencia)
Hoy a Quini le dan un homenaje en el Bernabéu.
Los adalides del capitalismo llevan 19 años jactándose de que el comunismo no funcionó. Ahora, nadie sale a la palestra a excusarse porque su sistema tampoco es precisamente infalible. Tal vez no lo hacen porque en realidad el sistema se mantiene en pie, incólume, a pesar de que lo que realmente se desploma son parte de sus cimientos. El sistema nunca pierde. Menuda novedad.
La paradoja de este bonito sistema de ecuaciones consiste en la privatización de los beneficios y en la socialización de las pérdidas. Los agentes sociales se reúnen para estudiar la peliaguda situación. Malo. Habrá recortes en gastos. ¿Para cuándo recortes en beneficios? Lo dicho, mi fajo, a buen recaudo bajo el colchón o detrás del cuadro del pasillo.
Lo estabais deseando. Se notaba en el ambiente. Tufillo de ansiedad porque vuestro pinchadiscos favorito no se ocupaba de vosotros. Soooo, que no cunda la desazón.
Los fastos del 20 aniversario del sello Sub Pop sirve para recordar el nacimiento del grounge. Sí, aquel apestoso bulle bulle de melenudos pestilentes que convirtió a Seattle en la capital mundial del victimismo, la drogaina depre y los sonidos pesadotes. No puedo evitar sentir nostalgia no ya por unos ecos que ni siquiera puede notar –hablamos de 1988, yo aún escuchaba a Parchís- sino por la metralla que su explosión desperdigó durante los años venideros. Recuperar los primeros discos de Alice in Chains, de Tad o de Mother Love Bone consiste en una labor de arqueología musical, pues el carácter circunstancial de los recuerdos y de la propia esencia del género provoca pereza. Sin embargo, desempolvar a Mudhoney, Green River o Afghan Whigs no cuesta nada. Sus temas siguen sonando frescos, crudos y apetecibles, mostrando la viveza de buena parte de la banda sonora de mi vida. Pearl Jam o Soundgarden también pertenecen a este gran recopilatorio emocional, pero su sonido no ha envejecido tan bien.
Hace tiempo, la MTV sacaba su propia lista de los mejores discos de estos 20 años de historia de Sub Pop. Aquí hacemos lo propio. (Pongan “queridos discos” en vez de “mejores discos")
Desayuno hoy con la noticia del día: Aznar hace todos los días 2.000 abdominales. No dos mil, sino 2.000, con número, para que así sea más flipante la cosa. Mientras mojo la rosquilla en el Cola-Cao, el estupor se apodera de mi y no son ni las diez de la mañana. Empezamos bien. ¿Qué le pasa a este hombre? Una cosa es hacer deporte y otra cosa es que un cincuentón se convierta en vigoréxico de la noche a la mañana. ¿Dónde quedó el pádel y las carreritas por Moncloa? Ahora José se deja melenón y se pone como un toro.
Sidney Lumet está fatal. Nadie que sea inmensamente feliz puede parir una obra tan amarga y jodida como Antes que el diablo sepa que has muerto. Por fin pude ir a verla y salí encogido, turbado. La familia es lo que tiene, si ya lo decía yo. El octogenario director, responsable de un buen número de películas mediocres y un puñado de casi obras maestras –Doce hombres sin piedad lo es sin paliativos- irrumpe en escena cuando ya nadie dábamos un duro por él y lo hace para brindarnos su penúltima lección: los viejos pellejos saben de esto. Por cierto, un tal Mike Booth me dio hace tiempo un consejo: “toma, si alguna vez quieres hacer una película, léete este libro”. El libro en cuestión era Así se hacen las películas, de Sydney Lumet. Me lo regaló el buen chaval y no le faltaba razón. Pocos construyen narraciones tan simples y certeras como el autor de Serpico y La noche cae sobre Manhattan, aunque en su última obra elija fragmentar el discurso haciendo una concesión a la modernidad. No lo necesitaba, pero en fin.

Sombras humanas recorren las pasarelas metálicas, al otro lado de la trinchera verde. Los aspersores riegan los churretes de lava negra, coloreada por las hojas naranjas caídas del nogal. Sale el sol, un destello. Cae la noche, un desfile de penumbras espectrales. No hay temporadas, aquí la tarifa es única todo el año. Llueve. Casi mejor. Nieva. Cielo estrellado, luna llena sobre las cabezas.
Les Cols no es sólo ejemplo de un hotel que hace las cosas distintas, sino que marca la pauta para que todos podamos hacerlas. No tenemos que vivir por norma a media luz, no tenemos que tener en nuestras casas mil y un reflejos de sofisticada arquitectura, pero sí podemos vivir nuestra cotidianeidad con más imaginación y menos complejos. Vivimos sin encontrar la total comodidad, necesitamos demasiadas cosas y no sabemos despojarnos de lo prescindible. No guardamos ningún ritual sagrado, todo lo hacemos sin consciencia y no tenemos conciencia del entorno, vivimos hacía lo estrecho y no hacia lo abierto. Todo esto y más ocupa nuestra conversación con Judit, verdadera psicóloga del zen, experta en recibir con la mejor sonrisa al despistado y ansioso viajero. Arte de la instrucción espiritual. Seguimos en un hotel. O lo que sea.
Desayunamos tumbados al borde del engawa placeres nada minimalistas. Un queso y una longaniza de Olot. Un tomate a mordiscos. Ya ni nos acordamos de los 17 platos del menú degustación de la cena de la noche anterior, servidos en varios espacios del restaurante, incluido el jardín frente a la masía originaria. ¿Me rebocé en el césped mientras engullía una tableta de chocolate acompañado de pan de coca y cava? Por si no hemos tenido bastante, Judit nos obsequia con un pic-nic playero, para después de la ruta que nos llevó al volcán Crossat. Una hogaza de pan, dos huevos duros, una ensalada verde, un puñado de ciruelas y una botella de Sinols negre.
Camino del mar, Franz, Regina y su perro Max nos reciben en su casa de Fortiá, a pocos kilómetros de Castelló D'Empúries. Risas, conciertos de jazz en un garito de la playa, cenas de fusión tailandesa en el pueblo, calas a un paso de El Bulli... Y golondrinas que pernoctan fuera de su nido en cualquier lugar del jardín. Así dan nombre al Ave de Paso, el hotelito de esta simpática pareja suiza. Jamás olvidaré su yogur casero con muesli y fruta. ¡Mil gracias a todos!