viernes, junio 27, 2008

Jugar, ganar II

Pues eso. Lo mismo vale ayer que el domingo. La reflexión anterior sirve para recuperar el esplendor de la competición aplicada al deporte. Encajar mental y físicamente en una disciplina que te permita aspirar a estar más arriba que nadie es un privilegio. El don dura poco, apenas unos años en los que los aspirantes apuestan por ser los elegidos. Muchos se quedan en el camino, y la mayoría ni siquiera consiguen llegar a él, tan sólo sueñan sobre la almohada. Los que cruzan la meta encarnan el sacrificio, la ilusión y el talento de tantos y tantos caídos, y son orgullo de otros que se ven reflejados en ellos. Un orgullo inexplicable, intangible, a veces sonrojante, pero evidente a flor de piel. Es el proceso de identificación con el ídolo atleta. Lo mismo da si se trata de Mark Spitz, Carl Lewis, Van Basten, Quini, Maradona, Fernando Martín o Di Maio. La mística del deporte puede estar a la altura de la de cualquier otro mundo. Querer ser Keith Richards, Robert Capa o Errol Flynn. Querer ser el goleador del Mundial. Meter la canasta en el último segundo. Batir el record. Escuchar los aplausos.
Este próximo domingo se cerrará un nuevo capítulo de esta mística grandiosa. Otra vez a jugar. Y, a lo mejor, ganar.

No hay comentarios: