viernes, junio 06, 2008

Tenía una granja en África

"Tenía una granja en África". Siempre asociaré esa frase siseada por Meryl Streep a uno de los momentos más soporíferos que he vivido nunca en un cine. La cuestión es que yo apenas tenía 7 años y mis padres me habían prometido que aquella película, Memorias de África, iba de safaris, fieras salvajes y mogollón de acción. El chasco fue bestial, incluso mi padre me acompañó en el aburrimiento, pues nunca ha sido un romántico, y nos tuvimos que rendir a que esa noche la estrella fuera mi madre, fan acérrima de la actriz, loquita desde siempre por los huesos de su confidente Robert –ella nunca utiliza apellidos si de sus amores platónicos se trata-.

Años después, cuando empecé a formar mi conciencia cinematográfica supe del tal Sydney Pollack y, aunque nunca le perdoné del todo aquella interminable sucesión de planos maravillosos, de miradas ateridas de pasión, y de sentimientos a flor de piel -¿cuándo diablos se zampaba el león a la Streep?- reconocí a un director supremo, uno de los grandes de los últimos tiempos. No quiero alargarme más en esta reflexión, así que lo mejor es leer el brillante homenaje que Carlos Boyero ha firmado en El País para recordar la figura de este hombre de cine –yo siempre le ví como un hombretón- y así la próxima vez que echen la peli por la que yo puse por primera vez los pies en la butaca de delante a lo mejor hasta me la trago con anuncios y todo.

3 comentarios:

Dario dijo...

Pues "Memorias de África" me flipa... Igual que otra de la Streep, "Los puentes de Madison". Debo ser una romanticona, como tu madre.

El turista dijo...

Ya digo, tendré que dar una segunda oportunidad.

Anónimo dijo...

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