lunes, junio 01, 2009

Uno y no más

Uno y no más. Y van… Nada, que no aprendo. Apretujado durante veinte minutos me hallo en una cola formada por guiris sudorosos y borrachos para conseguir un ticket que me ayude a conseguir una copa infame que me ayude a entonarme para no quedarme demasiado atrás en la carrera por pasárselo bien en un festival de música. “Este es el último, lo juro”, rezo para mis adentros. “Odio a la gente”, acierto a mascullar mientras mis ojos se me empiezan a salir de las órbitas. Conseguí el ticket, conseguí la copa, y me entoné algo. Sin embargo, el trabajo ya estaba hecho. Había cantado con Jayhawks, había maldecido con Neil Young y había flipado con Sonic Youth. Era hora de retirarse y no volver jamás. ¿Cómo es posible que para escuchar a My Bloody Valentine sea necesario ponerse tapones y para escuchar a Neil Young ni con una trompetilla pudiera asirse un miligramo de decibelio? A lo lejos se entona un lacónico “My my, hey hey, rock and roll is here to stay” y antes de llegar a “it's better to burn out, than to fade away” el zumbido de una mosca distrae mi atención. En seguida, el murmullo de un corrillo, la conversación estúpida de unos cuarentones de pasado toxicómano, los gritos balbuceantes de unos ingleses cangrejeros. Unas pesadas a mi espalda hacen planes para los próximos conciertos gafapasta. Berreo Are You Ready For The Country? con los puños cerrados y experimento la impotencia de ver pasar de largo media actuación. Cierro los ojos y parece que puedo abstraerme del caos. Siento el hilo de voz. Es Cortez The Killer. Por fin, el escenario se desenchufa y la parte acústica parece llegar cristalina, sutil, aunque algo encogida por un silencio frágil que si se rompe es hacer añicos mis nervios y algunas de las melodías más excelsas de la música del pasado. Puedo escuchar tres cortes más del Harvest y de nuevo la electricidad se adueña del repertorio, esta vez con más llegada. Aún así, no pegué ni un bote cuando el mundo entero coreaba Rockin' In The Free World. No quería que mis oídos se perdieran una migaja. Al menos, un par de horas más tarde sí me sumí con entrega a los placeres de la distorsión. Sonic Youth cubrieron el mar de cabezas con una manta de ruido elegante y aliviaron así mi desazón.
No hay hielo, no hay vodka, no hay cerveza, no hay tabaco. No hay sonido. Hay mucha gente. A tomar por culo. A tomar por culo la música en directo. A tomar por culo los festivales. Nos veremos el año que viene, claro.

2 comentarios:

Unknown dijo...

La verdad es que a nivel de barras y tickets, fue de los peor organizados... Pero sí, nos veremos el año que viene, jeje. ¿Solamente pudiste ir el sábado?

El turista dijo...

Digamos que solo quise ir el sábado. Me interesaban pocas cosas más. Por lo menos disfruté de la Barceloneta con el primer baño de la temporada.